Los extraños horarios de las cigarreras y los turnos de comida

Como bien puntualizaba el historiador británico Eirc Hobsbawm, todas las tradiciones, incluso las que nos parecen más rancias y remotas, tienen su fecha fundacional. Una fecha que suele ser más reciente de lo que imaginamos. Los horarios españoles, sin apenas parangón en el mundo, nacieron por una causa bien identificada: la decisión de Franco de retrasar en 1940 la hora oficial para alinearla con la alemana. Por muchas razones (que si el pluriempleo de la posguerra, que si la vida callejera), la costumbre de comer tarde, anteriormente sólo propia de bohemios y gente de mala nota, caló muy hondo y hoy nos resulta imposible pensar que alguna vez en España se almorzó a mediodía y se cenó antes de las siete.

Pero se hacía. Y eso generó un problema en los primeros días de funcionamiento de la Cocina Económica, según reflejaba en su páginas Diario LA RIOJA: «En las horas de la tarde señalaba el redactor, observamos la presencia de cigarreras y mayor número de trabajadores que en las de la mañana. Consiste en que aquí se deja el trabajo a las doce y las cigarreras a la una, siendo ésta la hora de cerrar la Cocina».

El periódico proponía, como solución, establecer el horario de comidas entre las doce y las dos, aunque señalaba que esa medida tenía «el inconveniente de que las Hermanas tienen que hacer otra comida para las cuatro de la tarde y además comer ellas».

Problemas logísticos de aquellas jornadas iniciales que hoy, más de cien años después, resultan curiosos. La Cocina Económica, por cierto, ahora comienza el turno de comidas a la una en punto de la tarde. Si Franco no hubiera cambiado la hora oficial, serían las doce del mediodía. Como en 1894.