Secciones
Servicios
Destacamos
M. GLERA
Lunes, 20 de marzo 2017, 08:56
Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.
Compartir
LOGROÑO. Otra derrota, pero ésta no es una derrota más, es una derrota en la que la UD Logroñés avergonzó a su afición porque durante minutos se vivió un 0-4 en Las Gaunas fruto de la ausencia de actitud, contundencia y orgullo de los jugadores locales. El Albacete no tuvo que hacer nada en especial para sentenciar el duelo en diez minutos. A los riojanos le salvaron el resto de resultados y mantienen la misma renta respecto al descenso con una jornada menos. Pero como ésta no es una derrota más, marcar tres goles en casa, algo inusual, aún la hace más esperpéntica y propia de 'El club de la comedia', ese programa de monólogos que hace reír. La UDL es el monologuista, aunque genera tristeza, que no alegría.
El fútbol suele ser cruel con el que sufre porque es un deporte caprichoso. Ahora bien, en igualdad de condiciones en la pelea, la calidad acaba imponiéndose y ésta sólo tiene un camino: el dinero. Frente a ella puedes oponer actitud, pero esa virtud tampoco habita en el vestuario de la UDL. El Albacete es muy superior a la UD Logroñés en ambas. Los riojanos no reflejaron su inferioridad en la tabla en un inicio de partido demasiado encorsetado en el que ni uno ni otro bando fueron capaces de generar peligro, aunque los manchegos generaron miedo cuando se acercaban a los dominios de Miguel. Los logroñeses son absolutamente incapaces de transmitirlo. Cuando la UD Logroñés pasa la medular se asoma a un abismo que no sabe superar. No hay calidad en la mente, porque a fútbol se juega con la cabeza.
Todo lo contrario al Albacete. Aguantó las escaramuzas riojanas por banda derecha hasta que cambió el partido en diez minutos. Tres goles que cerraron un duelo antes de tiempo. Y los tres a balón parado. El primero, por potencia de Rafa Gálvez en el salto tras un saque de esquina. Muneta en el suelo y Rico superado. El segundo llegó amparado en la soledad de Aridane en el remate de cabeza. Fue más rápido que Caneda. Pazó, el más grande de todos ellos, estaba fuera del área con Gálvez y, además acabó lesionado. Sufre un sguince acromioclavicular con posible arrancamiento del tendón. Recordó al remate al que le dio la victoria en el Carlos Belmonte. Solo, totalmente, insultantemente solo. Y el tercero, desde el punto de penalti, después de una infantil entrada de Amelibia a Iván Sánchez. Salir de su sitió le condena. Paredes tampoco estaba en el carril. Reflejo de la debilidad blanquirroja en ambas áreas, porque en la ofensiva no existió salvo por un disparo de Juanfran que Tomeu despejó con su cuerpo achicando espacios.
La UDL murió antes de comenzar la batalla final a manos del arma que le ha dado tantos puntos esta temporada: el balón parado. En movimiento, es un equipo inexistente, previsible y, por supuesto, inofensivo. Y cuando no tienes fútbol no te pueden meter tres goles a balón parado. Mientras, la UDL se empeñó en sacar córners pasados e imprecisos a terreno de nadie. Calidad, ausencia total de calidad.
Si alguien albergaba esperanzas, el cuarto tanto, de Aridane, retrató de nuevo a una defensa que juega muchos minutos ante la falta de competitividad del equipo o decisiones de Berges. Josan ganó la espalda a Paredes, cruzó el balón y ninguno de los dos centrales llegó al corte. Fuera de sitio los dos y lentos en el repliegue. Debilidad a balón parado, en movimiento y en todas las facetas.
Marcó tres goles la UD Logroñés, pero nunca fueron más estériles. Quedan para las estadísticas, pero no esconde el grave problema de actitud de este equipo.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
El juzgado perdona una deuda de 2,6 millones a un empresario con 10 hijos
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.