En la tardanza está el peligro
Nuestro sabio Miguel de Cervantes escribió que «en la tardanza suele estar el peligro». No se conformó el Manco de Lepanto con melifluos refranes –« ... Nunca es tarde si la dicha es buena»– ni con bienintencionados consejos, que parecen caer acompañados de confeti de colores: «Más vale tarde que nunca». ¡Qué buen lema para la campaña de Navidad de El Corte Inglés!
Desde la muerte del dictador, han tenido que pasar nada menos que ¡¡45!! años para que los nombres de unas personas que nunca deberían haber figurado ahí, salgan del callejero logroñés.
Y, además de un largo y proceloso pleito, esta permuta democrática ha estado trufada de frenazos, denuncias, multas, trampantojos y, ¿por qué no?, de cierto sarcasmo político, como el de colar al presidente Calvo Sotelo por el pro-mussoliniano de igual apellido.
Bien. Una vez que hemos conseguido limpiar el buen nombre democrático de la ciudad, no estaría de más buscar soluciones imaginativas –como dicen ahora los nuevos políticos– para que personajes riojanos de renombre entren en el callejero y, también, para que algunos de ellos ocupen puestos más relevantes en la geografía capitalina.
Nunca han tenido los próceres de esta ciudad buen ojo para elegir nombres de calles. Vara de Rey, sin ir más lejos –una de las arterias más importantes–, recuerda a un militar que murió en la Guerra de Cuba y cuya viuda vino a Logroño a recibir consuelo de algún pariente o amigo. Si buscamos riojanos ilustres sin calle, los tenemos a cientos, mujeres incluidas: ¿Qué ocurre con Guillerma Ubis, empresaria y pionera, por cuyo nombre se conoce una parte del Ebro? Seguimos sin apostar por nuestras señas de identidad, como ocurre en Aragón, Navarra, Castilla o País Vasco. No voy a repetir la retahíla de ilustres riojanos desposeídos de calle, que ya apareció el 8 de febrero.
Por favor, señores munícipes, hagan caso a Confucio y sean intrépidos, porque «los cautos rara vez se equivocan».
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