Ágora

¿Votar a los 16?

Cada cierto tiempo, se reabre en nuestro país el debate acerca de adelantar la edad de votación. En las primeras elecciones de 1977, el límite ... estaba puesto en los 21 años y, tiempo después, se bajó a los 18. Ahora, el Gobierno baraja situar la barrera en los 16, lo que supondría incorporar al censo electoral a más de un millón de nuevos votantes.

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En todo el mundo, solo una veintena de países han adoptado esta decisión, sobre todo en América Latina, como Argentina o Brasil. En Europa se permite en Austria y, con algunas condiciones, en Grecia, Bélgica y Alemania. Los partidarios de esta medida dicen que si a los 16 años un joven puede ya trabajar, pagar impuestos, emanciparse e incluso ser juzgado penalmente, no tiene sentido que se le impida votar. Además, creen que esto sería bueno para fortalecer la cultura democrática desde edades tempranas. En el otro lado, los detractores sostienen que a los 16 años aún no existe madurez suficiente y que, precisamente por ello, y tirando de estudios científicos, a esa edad son más fácilmente manipulables por la creciente ola de populismo y desinformación que nos acecha, sobre todo a través de las redes sociales.

¿Qué podemos esperar de los partidos españoles en este debate? Lo habitual hasta ahora es que cada uno de ellos se haya posicionado a favor o en contra de esta medida en función de sus propias expectativas. Es decir, que en vez de pensar en los jóvenes o en la salud de nuestra democracia, se han limitado a hacer cálculos electorales. Así, los partidos de izquierda han sido tradicionalmente partidarios, porque la tendencia era que los jóvenes fueran más progresistas y tenían en ellos un buen caladero de votos, mientras que las formaciones conservadoras solían oponerse, porque entendían que ese voto podía serle esquivo y perjudicar sus resultados.

Sin embargo, esta tendencia ha cambiado radicalmente en los últimos años, lo que puede resetear el debate. Es verdad que sigue habiendo una juventud muy movilizada con valores progresistas como el feminismo, el ecologismo o los derechos LGTBI. Pero también lo es que, según multitud de encuestas, muchos jóvenes, sobre todo hombres, se han radicalizado en la dirección contraria, mostrando una creciente derechización tanto en España como, en general, en todo el mundo. Incluso, y lo que es verdaderamente preocupante, con posiciones de abierta reivindicación de regímenes autoritarios, como en nuestro caso el franquismo. Detrás de este giro están la desesperanza ante el paro, los bajos salarios, la inmigración o el problema de la vivienda, pero también cierta sensación de que la democracia y los partidos tradicionales no resuelven sus problemas, lo que está llevando a muchos a posiciones cada vez más radicales. Y esta polarización se vio claramente en España en las últimas elecciones europeas, en las que el primer partido entre los más jóvenes fue el PSOE, pero el segundo fue 'Se acabó la fiesta' de Alvise Pérez, con Vox situado casi a la misma altura que el PP.

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