Dicho sea de paso

El banco de mi padre

Sábado, 3 de mayo 2025, 23:28

Aunque no lo parezca por el título yo también voy a hablar del apagón. Ya que este episodio, me dejó sin habla, aunque no sin ... tinta, como se puede comprobar.

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Ya saben ustedes que ni siquiera el gobierno se atreve a explicar las causas de un hecho tan excepcional. A estas alturas, hemos oído de todo. Incluso un experto bastante respetado en la materia indicó que se trataba de un «cisne negro», es decir, la coincidencia de una serie de circunstancias altamente improbables.

Pues bien, aunque no soy entendida en el asunto, yo tengo mi propia teoría. Como de costumbre, me basta con fijarme en mi familia y, para ser más exactos, en mi padre. Hace ya varios años que falleció, pero sigue inspirando mis modestas historias.

Mi padre tenía una pensión que no superaba los 600 euros, debido a que cotizó como autónomo agrícola. Nació en plena guerra y durante toda su vida trabajó sin apenas salud y seguridad laboral. Así que al final de sus días estaba muy fastidiado de las piernas y de los bronquios, lo que le dificultaba bastante la movilidad. Durante los largos y crudos inviernos de mi pueblo en Granada —que más de una ocasión ha abierto el telediario por registrar las temperaturas más bajas de Andalucía— se pasaba el día viendo la tele. Naturalmente con un brasero eléctrico bajo la mesa de camilla. Por lo que cada mes recibía una factura de la luz que representaba casi un 20% de su pensión, un porcentaje altísimo.

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Una de las veces que llamé a mi hermana Trini, que se encargaba de cuidarlo y de organizarle la vida, me dijo textualmente:

– El papá lo que tiene que hacer es ahorrar dinero en el banco.

Le respondí que eso era un poco difícil, ya que su pensión ni siquiera alcanzaba para cubrir los gastos del mes, y mucho menos para ahorrar. Entonces ella me aclaró que el «dinero que tenía que ahorrar» no era en una cuenta bancaria, sino sentándose en su banco habitual del parquecillo del barrio. Es decir, que tenía que apagar el brasero y tomar el sol.

Algo tan básico como aprovechar el sol –que, por ahora, sigue siendo gratis– lo compartimos todos, menos las grandes energéticas que obtienen importantes beneficios con las necesidades básicas de los ciudadanos.

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Y aunque, seguramente, detrás del apagón está la codicia de estas empresas y la falta de inversiones y mecanismos de prevención, yo considero que los verdaderos responsables son los gobiernos que cada vez ceden más espacio a los intereses privados, incluso en los servicios esenciales.

Por mi parte, defiendo las energías renovables frente a otras fuentes y defiendo también que esta situación de vulnerabilidad nacional sirva para replantearse el aumento del presupuesto militar. Sería más justo que se dedicase a las miles de personas que, en este país, no pueden hacer uso de la electricidad. No por un apagón, sino, y dicho sea de paso, porque no pueden pagar la factura.

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