Proteger el campo es protegernos a todos
Las enfermedades que afectan a animales y cultivos no son un problema sectorial: comprometen la seguridad alimentaria, la economía rural y el equilibrio territorial
Eduardo Pérez-Presidente De Arag-asaja
Lunes, 8 de diciembre 2025, 22:47
El sector agrario atraviesa una encrucijada en la que se precisan de soluciones eficaces y reales en vez de palabrería vacía. A la presión climática, ... la volatilidad de los mercados y el envejecimiento de la población rural se suma un enemigo menos visible pero igualmente devastador: las enfermedades que afectan a la ganadería y a los cultivos y que, desgraciadamente, están de plena actualidad. Peste porcina africana, dermatosis nodular contagiosa en bovino, gripe aviar, mildiu en el viñedo, fuego bacteriano en frutales o la enfermedad del pelo en el cultivo de seta y champiñón, etcétera, son solo algunas amenazas constantes que compromete la productividad, la sostenibilidad y la seguridad alimentaria.
La peste porcina africana continúa siendo una pesadilla para el sector riojano, español y europeo. Aunque no afecta al ser humano, su impacto económico es colosal porque puede provocar sacrificios masivos, restricciones comerciales y la ruina para muchas explotaciones familiares. Estamos hablando de 85 de ganado porcino en La Rioja que suman 185.000 animales. De igual manera, la dermatosis nodular en bovinos —cada vez más extendida por movimientos de fauna y cambios ambientales— pone en jaque a un ramo que ya lidia con márgenes de rentabilidad estrechos.
A esto se suma la gripe aviar, que ha obligado en los últimos años a sacrificar millones de aves en distintos países. Además del impacto económico, la enfermedad tiene implicaciones sanitarias sensibles y obliga a aplicar estrictos protocolos de bioseguridad que encarecen la actividad cotidiana de las granjas.
Nuestro sector necesita una estrategia integral de sanidad vegetal y animal más allá de la reacción puntual ante cada brote
Por ello, desde la organización que presido llevamos mucho tiempo reclamando que se realice un mayor control del tránsito de animales que llegan de fuera de nuestras fronteras, así como incrementar las medidas de control de la fauna silvestre, vectores de enfermedades que pueden afectar a la cabaña ganadera y que por diversas razones como cambios en el clima o la relajación de normas que promueven su control, su población se ha multiplicado en los últimos años. No se trata de hacer desaparecer determinadas especies, sino de implementar medidas cinegéticas más eficaces.
El campo no solo se defiende de amenazas que afectan a los animales. El mildiu sigue siendo uno de los principales quebraderos de cabeza para el viñedo, especialmente en campañas marcadas por la humedad y la irregularidad climática. Su capacidad para arruinar cosechas enteras exige inversiones constantes en vigilancia y tratamientos fitosanitario, cada vez más costosos, en un contexto en el que se demanda cada vez mayor reducción de productos químicos. Y es que se están prohibiendo herramientas fitosanitarias sin evidencias científicas claras sino más bien como respuesta a ese ecologismo de salón que tanto está perjudicando a nuestro sector.
El fuego bacteriano, por su parte, representa uno de los riesgos más graves para frutales como manzanos o perales. Altamente contagioso y difícil de erradicar, está obligando a actuar en plantaciones completas, comprometiendo años de trabajo y afectando gravemente a las zonas productoras. Finalmente, la enfermedad del pelo en los cultivos de seta y champiñón —una infección fúngica persistente y de difícil control— impacta directamente en un sector altamente especializado, donde pequeñas variaciones en higiene o manejo pueden traducirse en pérdidas significativas.
Por ello, es más necesario que nunca una mayor y mejor coordinación entre el Ministerio de Agricultura y las comunidades, así como con instancias europeas para el control de la llegada de animales y vegetales de terceros países que cumplan con las mismas exigencias en materia de sanidad animal y agrícola.
Son muchos frentes abiertos para el sector agrario. En ARAG-Asaja, estamos en constante contacto con agricultores y ganaderos, participando en reuniones y foros, presentando propuestas y aportando soluciones a una situación que no puede, no debe, prolongarse más.
Nuestro sector agrario necesita una estrategia integral de sanidad vegetal y animal que vaya más allá de la reacción puntual ante cada brote. No solo es una cuestión de apoyo a la agricultura y ganadería. Si no, una apuesta por la seguridad de toda la ciudadanía. Porque las enfermedades que afectan a animales y cultivos no son un problema sectorial: comprometen la seguridad alimentaria, la economía rural y el equilibrio territorial. Ignorarlas sería permitir que el daño avance hasta volverse irreparable. Porque protegiendo el campo, nos protegemos todos.
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