Concierto de pasión
La defensa de lo público que, con toda lógica, enarbolan los gobiernos progresistas -también el de Concha Andreu- surgidos de las múltiples urnas abiertas en ... este 2019 a punto de morir, ha situado en la diana política los cuantiosos conciertos rubricados en pasadas legislaturas, algunos, dicen, necesarios; otros, algo menos. Veremos.
Los firmantes, desde el ámbito de la Administración y desde el del negocio, justificaban los acuerdos en las bondades de cubrir por su precio justo aquellas lagunas que no era capaz de llenar lo público, léase Sanidad, Educación, Servicios Sociales... ¿En todo? Pues no. Existe un área desde hace décadas en la que las administraciones públicas no han podido o no han querido hacer su labor: la atención integral a las personas en riesgo de exclusión social, un ejército que se ha multiplicado desde que estalló la 'burbuja' a finales del 2007. Los deberes incompletos los han tenido que asumir manos privadas, dedos a los que no mueve el ánimo de lucro, sino el altruismo y la generosidad, condiciones que mantienen activo un concierto de pasión.
Cuentan, es cierto, con apoyo económico público, casi siempre insuficiente y con tendencia a la merma desde que las vacas gordas se convirtieron en ternerillas escuálidas, pero su aliento vital, la savia que corre por sus venas y les insufla vida es la de la solidaridad y el desvelo de una legión que integran miles de voluntarios y socios y miles de riojanos que responden a sus llamadas con su cartera. Los hay que han optado por convertir su prejubilación o su retirada en una entrega diaria a los más necesitados; y los que cada ratito de tiempo libre tras sus obligaciones laborales o estudiantiles se empeñan en envolver su pequeño regalo de solidaridad. No cobran, su sueldo es el agradecimiento y la satisfacción personal tras horas de frío y cansancio en el Banco de Alimentos, en Cruz Roja, en la Asociación Benéfica de Amigos de la Hucha Popular, en las Cáritas parroquiales...
En estos días tan especiales, desde las entidades también se echa el resto, pero para ellos siempre es Navidad.
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