Soy vecino de la sierra riojana; España vaciada, pero no del todo. Convivo con una madre casi centenaria y con un hermano enfermo crónico del ... que tengo la tutoría legal. Hace unos meses tuve la necesidad de realizar una gestión bancaria pero, como la cuenta es conjunta, no podía hacerla sin la firma de todos los titulare. Me dieron tres opciones: la primera, presencial, que por su estado de salud y edad no es posible; la segunda, por 'firma digital', pero de eso no entendemos; y la tercera, por un poder notarial autorizándome a operar en su nombre. Como esta última era la más viable me dirigí a la notaría de la capital, pues la que había en una localidad cercana a la mía hace décadas que cerró. Allí hice la solicitud y me dijeron que me avisarían.
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Pasaron los días, las semanas y, a la hora de escribir esta carta, los meses. Ante esta falta de respuesta, me dirigí a la notaría donde me informaron que habían pasado el requerimiento a quien debía redactar el documento pero que, al parecer, no encuentra el momento apropiado. ¿Acaso es reacio a viajar a 'tierras salvajes', teme al lobo o le da pereza desplazarse tan lejos.
Las gentes de estas tierras somos duras, poco dadas a la queja, no sabemos mucho de Marco Aurelio pero el estoicismo lo traemos de serie; mas cuando nos ocurren estas cosas nos duelen pues nos damos cuenta del abandono en el que nos encontramos.
Mucho se habla de la España vaciada. Corren ríos de tinta sobre cómo evitar el despoblamiento, pero quién va a querer venir, o quedarse, a estas tierras si la tramitación de un simple documento supone una odisea.
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Veremos.
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