La ministra de Seguridad Social acaba de incorporar un concepto novedoso al Diccionario de la Neolengua Española, el manual de manipulación que está de moda ... entre nuestros gobernantes. Después de las 'soluciones habitacionales', el 'crecimiento negativo', la 'España multinivel', el 'coliving' o los 'fijos discontinuos', llega ahora una nueva maravilla conceptual: la 'jubilación reversible'. Lo dijo Elma Saiz y ha dejado sobre la mesa esas dos palabras, 'jubilación reversible', que yo examino con fascinación y miedo, como un médico forense del Área 51 frente al cuerpo de un marciano. Luego, claro, se acerca uno con las pinzas anatómicas y el escalpelo y descubre lo siguiente: «Se considera como situación de jubilación flexible la derivada de la posibilidad de compatibilizar, una vez causada, la pensión de jubilación con un contrato a tiempo parcial, con la consecuente minoración de aquella en proporción inversa a la reducción aplicable a la jornada de trabajo del pensionista, en relación a la de un trabajador a tiempo completo comparable». Pido perdón por el trabalenguas (si lo lee usted dos veces corre el riesgo de sufrir un síncope) pero al repasar el párrafo y pensar en los 13.500 millones que se destinaron a pensiones el mes pasado me vino a la cabeza una vieja máxima del economista americano Thomas Sowell: «la primera lección de la economía es que no hay suficiente para todos». La segunda lección (esta ya es cosecha mía) es que cuando las cosas van mal hay que empezar a ser creativos con el lenguaje.
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Lo que han hecho es cambiarle el nombre a algo que ya existía, la jubilación activa, otro malabarismo semántico para tratar de esconder la realidad de un sistema de pensiones que no se sabe cuánto va a durar. Así es la vida en España en 2025: nos proponen reducir la jornada laboral mientras poco a poco alargan la edad de jubilación y ahora nos ofrecen fórmulas imaginativas para regresar al almacén, al teclado o a la fábrica después de haber celebrado la cena de despedida; el retiro va a ser un estado cuántico, porque podrá ser y no ser al mismo tiempo.
A mí me gusta mucho ver a antiguos compañeros que ya se han jubilado. Encontrarme con Manolo, Teresa, Marce, Lucía, Luis, Benjamín, Concha o cualquiera de los que tanto he aprendido es una gran alegría porque los veo felices y, cuando hablamos de los viejos tiempos, siempre nos suenan mucho más épicos y divertidos de lo que fueron en realidad. Todos están ya en el merecido territorio del júbilo y yo espero que nunca tengan que volver a apagar el despertador como Bill Murray en 'Atrapado en el tiempo' porque la Seguridad Social haya vaciado las arcas. Nadie propone soluciones realistas pero tenemos a la ministra explicando que la jubilación reversible es una mera cuestión de flexibilidad, y lo único que se va a doblar es el lomo del jubilado.
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