David Bisbal ha cantado villancicos desde la Puerta del Sol de Madrid ante miles de personas. Esa va a ser una de las imágenes de ... esta Navidad en España ahora que las fiestas ya han empezado oficialmente con su melodía inaugural, que no son los villancicos, sino el bisbiseo de las bolas en los bombos de la lotería. Pero días antes del sorteo ahí apareció Bisbal, en el último piso de la Real Casa de Correos frente al rótulo de 'Tío Pepe' para cantarle al mundo que todo es posible en Navidad, incluso destronar a Mariah Carey con su versión de 'Mi Burrito Sabanero', que se ha metido en las cabezas del país y es ahí, en las mentes de la gente, donde se libran las batallas de verdad.
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Este año anda todo el mundo con el tuki tuki de Bisbal, que ha quedado incorporado ya al folclore de estas celebraciones. Por eso en 2025 habrá memes navideños de Bisbal en las redes, vídeos en los colegios y mensajes de WhatsApp; es la paradoja que envuelve a las tradiciones: perviven las que se transforman.
A mí me gustan estas cosas: las canciones navideñas, la lluvia de millones de 'El Gordo', el Urbi et orbi, los saltos de esquí o los clásicos anuncios. El concierto de Bisbal habría sido la anécdota de estas fiestas si no fuera por la campaña de Campofrío que este año ha producido un anuncio de profundo calado político: una reivindicación de la identidad. El spot expresa en tono de comedia el desconcierto de varios personajes históricos que vuelven a las calles españolas y no reconocen lo que ven. Esto lo dice el anuncio y lo entiende cualquiera que tenga más de 15 años y un mínimo de memoria; el mundo global es una apisonadora que produce uniformidad, y hoy las calles de Nueva York o Berlín albergan las mismas tiendas, las mismas marcas y las mismas sensaciones que las que nos ofrecen Londres, Milán o Madrid. Pasear por el mercadillo navideño de Marienplatz en Munich es igual que hacerlo por el del barrio Gótico de Barcelona: todos con idénticos productos y los mismos bolardos y obstáculos de seguridad para prevenir atentados.
El anuncio ha puesto sobre el mantel rojo de Navidad el gran asunto de nuestro tiempo
El anuncio de Campofrío ha puesto sobre el mantel rojo de Navidad el gran asunto de nuestro tiempo, que es la tensión entre la tradición y el globalismo: hoy podemos comer sushi en Logroño y beber un Rioja en Tokio, hablar en español con el taxista de Brooklyn y ver productos halal en el supermercado del barrio. Es el siglo XXI con todos sus claroscuros, porque la pérdida de la autenticidad de nuestras ciudades no es sólo una cuestión estética o de nostalgia, es una crisis de significado. ¿Qué representa hoy en Madrid el cartel de 'Tío Pepe' ante el que cantó Bisbal? Lo mismo que la sirena de las 12 en el Espolón de Logroño o los azulejos de Pradillo: los restos de un pasado muy reciente, un tiempo de nuestras vidas al que no se puede regresar.
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