Hasta los bemoles
La plazuela perdida ·
El diputado catalán Gabriel Rufián nunca ha sido santo de mi devoción pero, por una vez y sin que sirva de precedente, estoy de acuerdo ... con sus palabras en el Congreso. El político independentista de ERC dijo: «La gente está hasta los bemoles de todos nosotros; está hasta las narices». Sí, tiene toda la razón, los ciudadanos estamos hartos de los políticos que nos han tocado en suerte, aunque, en esta corrida, me temo que por mucho que lo pidamos los toros no pueden ser devueltos al corral. Sobre esta generación de políticos que ahora nos intenta gobernar hay división de opiniones, según mi amigo Inocencio: para unos son malos y, para otros, son peores. Mi amigo Inocencio tiene tendencia a hacer chistes, pero algo de razón tiene, en el fondo, pues estos políticos están demostrando que les viene grande el traje de gobernante y que les falta mucho sentido de Estado.
Es inevitable hacer comparaciones con políticos del pasado, o con los actuales de otros países, y la conclusión es clara: ¿qué pasa con estos políticos españoles para que sean incapaces de gobernar? Estos días, las conversaciones de la calle son reiterativas y las opiniones tienen parecido sesgo: No nos merecemos los políticos que tenemos. Por un lado, llama la atención de los ciudadanos la poca importancia que parecen dar al gasto de dinero público -en las elecciones se gasta mucho-, a pesar de la ingente deuda que el país arrastra; por otro lado, sorprende que no quieran entender que gobernar en minoría requiere pactos, coaliciones y poder compartido; finalmente, resulta cómico el afán que tienen por culpar a los otros de sus propios despropósitos.
Unos dicen, puede que tengan parte de razón, que los partidos, con sus luchas internas, han echado de los puestos de responsabilidad a los conmilitones que no eran de su cuerda, fueran personas con capacidad o no, y que, por eso, ha bajado el nivel, tanto el de dotes oratorias en el Parlamento como la capacitación para dirigir. Otros opinan que la culpa de que el nivel de la política sea bajo es de la nueva generación surgida de las juventudes de los partidos, que tiene la política como modo de vida y ninguna otra profesión en la recámara, lo cual condiciona mucho la toma de decisiones. Relacionado con esto último está el hecho de que cada vez que cambian los gobiernos cambian también infinidad de asesores y cargos, altos y no tan altos, como bien hemos visto en nuestra comunidad, lo cual crea muchas expectativas, de promoción personal y de sueldo entre afiliados a los partidos con posibilidad de gobernar, y es una presión añadida a la hora de querer o no querer compartir el poder.
En fin, sean estas u otras las razones para el desbarajuste electoral que padecemos últimamente, creo que nuestros dirigentes no han calibrado bien las consecuencias de su falta de capacidad para el acuerdo, no han caído en la cuenta de que un cuerpo electoral cabreado puede salir por peteneras, votando a cualquier nuevo partido -al de Errejón por ejemplo- que presente otra cara distinta a las habituales de la inútil confrontación.
Sí, el diputado Rufián tenía razón: «La gente está hasta los bemoles». Ha sido educado y ha evitado decir groserías.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión