Díaz, al choque ahora con el independentismo
La vicepresidenta segunda pasa en dos años de allanar la investidura de Sánchez con su reunión con Puigdemont en Bruselas a situar a Junts como integrante de «las tres derechas»
Sumar y Podemos no pueden ni verse y amenazan con presentarse por separado en las próximas elecciones generales. Pero han encontrado un adversario común, Junts, ... que para los grupos de la izquierda ya no es el socio «progresista» del principio de la legislatura.
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La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, se ha despachado esta semana a gusto contra los de Puigdemont por su rechazo a la reducción de la jornada laboral, su medida estrella. Pero Díaz sigue siendo hasta la fecha, también, la única integrante del Ejecutivo de Pedro Sánchez que ha viajado a Bruselas a reunirse con Puigdemont. Fue hace justo dos años, cuando era vicepresidenta en funciones y líder de Sumar, y aunque desde la parte socialista aseguraron entonces que fue por libre, la cita allanó la investidura de Sánchez. Y abrió la vía a posteriores encuentros de Cerdán, Zapatero o Illa.
Amnistió políticamente al expresidente de la Generalitat mucho antes de que se aprobara la ley de amnistía. Pero en 24 meses se ha girado la tortilla. Tras su 'no' a la reducción de la jornada laboral, Junts ha pasado ahora a ser partícipe de las «tres derechas» españolas, el bloque adversario del Gobierno. Según proclamó Díaz en sede parlamentaria, los de Puigdemont, el aliado clave del tercer mandato de Sánchez, «representan los intereses de la patronal española más reaccionaria». Si en el Gobierno piensan así de Junts, cuesta entender que insistan en negociar los Presupuestos.
Podemos, que también lanzó guiños tiempo atrás al expresident de la Generalitat, dándole la categoría de exiliado político, no se queda corto. «No hay nada que se parezca más a un racista de Vox que un racista de Junts», aseguraron los morados a cuenta de la exigencia de los junteros de que el Estado delegue a la Generalitat las competencias en inmigración. El Gobierno y Junts pactaron este traspaso, pero continúa pendiente porque Podemos teme que con un Govern nacionalista los Mossos harían «batidas racistas».
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Yolanda Díaz se las ha tenido tiesas también con ERC. Fue durante la negociación de la reforma laboral. Luego, los republicanos, en la guerra entre Sumar y Podemos y en medio de la competencia electoral entre las izquierdas, tomaron partido por los morados. Desde entonces las relaciones están muy deterioradas, sobre todo entre la vicepresidenta y Gabriel Rufián. Al final, subyace una toma de posiciones de cara a la próxima pugna en las urnas, pues compiten por una parte muy similar del pastel. Entre todo el guirigay progresista, Rufián propuso este verano aunar fuerzas en una candidatura conjunta de las izquierdas. Se quedó solo.
Díaz se ha enfrentado con Junts por la reducción de la jornada, tras las tiranteces con ERC por la reforma laboral
En Junts ven exceso de ego en la número tres del Gobierno de Sánchez. Pero eluden cargar las tintas y replicar las declaraciones casi de divorcio que ha efectuado esta semana, si bien los socialistas tratan también de reconducir la situación. La propia portavoz de los secesionistas en el Congreso, Míriam Nogueras, evitó subir un poco más el tono en el debate parlamentario. En Junts no hizo gracia que la vicepresidenta buscara tanto protagonismo diciendo que estaba negociando directamente con Puigdemont. Y en el ámbito empresarial catalán, coinciden en señalar que la vicepresidenta segunda es excesivamente indiscreta y creen que no es de fiar. Voces de Foment enmarcan la reducción de la jornada en un «populismo económico» que decanta al Gobierno de Sánchez hacia la izquierda de la izquierda.
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El factor de Aliança Catalana
En el entorno independentista aseguran que Díaz ha buscado con la reducción de la jornada laboral lo que Podemos viene alertando que hará el Gobierno con los Presupuestos: presentarlos para perderlos y poder echar las culpas a los demás como acicate electoral. En este caso, entienden en el nacionalismo, la vicepresidenta intentaba poner énfasis en el discurso de la batalla entre la derecha y la izquierda. Junts nació como un partido más bien centrado, incluso más socialdemócrata en el debate derecha-izquierda, pero el ascenso de Aliança Catalana y la apuesta de Illa por ocupar todo la centralidad le está llevando a escorarse más a la derecha, lo que se puede ver en algunas votaciones en el Congreso junto a PP y Vox o en su apuesta por endurecer el discurso en el debate migratorio. Junts tiene un problema que se llama Aliança Catalana, que crece como la espuma y que hizo su puesta de largo como actor relevante del nacionalismo en la Diada de este jueves, en la que el propio movimiento secesionista normalizó su participación.
A Junts, el choque con Díaz le ha servido para marcar perfil propio frente a la izquierda. Y para trasladar el mensaje de que Cataluña no es igual que el resto de España y que en materia económica necesita un trato diferencial; singular, según la terminología que ahora se emplea con la financiación. Cataluña, un país de pymes reitera Junts, que se ha hartado de explicar que está a favor de la reducción de la jornada laboral, pero no tal y como la ha planteado el Gobierno y que sigue dispuesto a negociar una propuesta siempre que respete la realidad económica catalana. Puigdemont y los suyos han querido marcar perfil propio, alejarse de la mayoría de izquierdas y reforzar su alianza con las patronales catalanas, Foment y Pimec.
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