El blanco de Rioja alcanza por primera vez las 6.000 hectáreas productivas desde 2002
Vendimia 2025 ·
Las cooperativas esperan un repunte de los graneles de blanco que refleje la escasez que, en precios de uva, no se está produciendo hasta ahoraLa superficie productiva de uva blanca de Rioja supera esta vendimia las 6.000 hectáreas (6.051 en concreto) por primera vez desde el año ... 2002. El crecimiento está siendo gradual desde que en el 2007 el Consejo Regulador volvió a autorizar las plantaciones de blanco tras quince años de prohibición y es que la producción de uva blanca es la única que está siendo rentable en los últimas campañas. O lo estaba siendo, porque el año pasado, el 2024, fue el primero en que los costes de producción de kilo de uva –por los bajos rendimientos–, con 7 1 céntimos, superaron los precios medios percibidos por los viticultores (65 céntimos), según los datos oficiales de la Consejería de Agricultura de La Rioja.
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Los vinos blancos riojanos han logrado hacerse un hueco en el mercado y sus ventas crecen un 25% desde 2017, además con una revalorización del precio medio del 40%, lo que poco a poco está haciendo aumentar la superficie de uva blanca en detrimento de la de tinto, aunque en los dos últimos años las ventas de vino blanco parecen haberse estancado ligeramente por encima de los 27 millones de litros y no se aprecia ya una tendencia clara ascendente como en años atrás.
La pregunta es si están tocando techo o si la supuesta demanda de uvas y vino blanco por parte de las bodegas es tan evidente como se presupone. En este sentido, después de una cosecha escasa, como fue la de 2024 y una todavía más corta en curso, se esperaba un incremento notable de los precios, especialmente en el caso de la uva y de los vinos blancos:«Los precios son mayores que los del 2024, pero no responden con la escasez de uva ni con la calidad de la misma», confirma Alfredo Sánchez, presidente de la Federación de Cooperativas de La Rioja (Fecoar).
En este sentido, los precios en uva para variedades blancas se están moviendo entre 70 y 80 céntimos entre los grandes operadores –la rentabilidad real dependerá de los rendimientos de cada viticultor–, aunque las cooperativas confían en que haya un repunte con los graneles, es decir, con los vinos ya elaborados, algo que ya sucedió la campaña del 24 y que permitió al menos hacer rentable la cántara:«La necesidad se supone que existe y, de hecho, el año pasado se adelantó la calificación de los blancos en el Consejo Regulador para que las bodegas pudieran atender la supuesta demanda de sus clientes de vinos blancos porque decían que no tenían vino», explica Sánchez. «La cosecha de este año –continúa– será todavía menor que la de 2024 y también el blanco está muy afectado por la mala inducción floral y por el mildiu, pero no estamos viendo el 'nerviosismo' que cabía esperar». «Vamos a tener la cosecha más corta de la historia, con una calidad que nadie pone en duda –continúa–, y, aunque es mucha gente la que se acerca a preguntar por vino, casi nadie está dispuesto a pagar la escasez y la calidad.Desde luego, no es normal lo que está pasando».
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El presidente de Fecoar abunda en que «lo del tinto ya es difícil de explicar, si bien es cierto que hay bodegas con vino almacenado de otras cosechas, pero lo del blanco no hay quien lo entienda». «Nos vamos a quedar muy por debajo de los 9.000 kilos por hectárea autorizados y las bodegas preguntan, insisto, pero en general no están dispuestas a pagar».
¿Hasta dónde crecer?
Una de las propuestas del Consejo Regulador para hacer frente a la crisis actual es fomentar los reinjertos de uva tinta a blanca, aunque el profesor y viticultor Juan Carlos Sancha es cauto: «Sí creo que los reinjertos son una opción, pero hay que tener cuidado porque ya está costando también vender los vinos blancos y podemos acabar cargándonos el único segmento de mercado rentable para el viticultor». «Estamos vendiendo menos de 30 millones de litros y, en condiciones normales, con 9.000 kilos por hectárea, produciríamos 50 millones de kilos cada año». Sancha insiste en que «hay agricultores y bodegas que están apostando por variedades minoritarias blancas y creo que es una buena estrategia, pero es una solución parcial y, aunque está subvencionada, también tiene su coste en un momento crítico para todos». «Para mí –concluye–, el problemón que tenemos en Rioja es un empacho de plantaciones de tinto y no hay otra solución que los arranques, como propusimos desde las Bodegas Familiares hace ya más de dos años».
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Un grueso de viura, con tempranillo blanco y minoritarias foráneas y propias
Que los blancos de Rioja ha sido la gran sorpresa de la denominación en la última década es una evidencia hasta el punto de convertirse en la segunda DO española en volumen tras Rueda. También lo es que las supuestas mejorantes foráneas –chardonnay, verdejo y sauvignon blanc– no han sido precisamente las causantes del despertar, sino que han sido las tradicionales y viejas viuras de envejecimiento junto con las aportaciones de las minoritarias tempranillo blanco –a la que poco a poco han ido adaptándose viticultores y bodegas–, la maturana blanca y la olvidada garnacha blanca, 'repuesta' en el mapa por bodegueros como Basilio Izquierdo o Víctor Ausejo, las responsables de este redescubrimiento de los blancos de Rioja al menos en el segmento de calidad. De las más de 6.000 hectáreas productivas de uva blanca con las que ya cuenta la DOCa Rioja, el 10% incluso algo más de la superficie de la DOCa sin contar la vendimia en verde de tinto de los últimos años, la variedad mayoritaria sigue siendo la viura, con algo más de 4.000 hectáreas (el 66%) del total, seguida del tempranillo blanco (13%), del verdejo (5%), sauvignon blanc (4,48%), garnacha blanc (4,35%), malvasía (2,25%) y maturana blanca (1,35%). Testimonial es prácticamente otra uva autóctona como es el turruntés, con menos de cinco hectáreas cultivadas que suponen apenas el 0,08% del total de la superficie de uvas blancas de Rioja.
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