La Terraza que iba a ser pero nunca sonó
La sucesora del Espacio Peñas 2.0 comenzó como una licitación pública a la que se presentó una sola empresa, que terminó renunciando por la presión social
Uno de los episodios más sonados de los días previos a las fiestas lo ha centrado un evento que ha protagonizado decenas de páginas, comentarios ... y conversaciones aunque no verá la luz: la Terraza de SanMateo.
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Mirando de reojo a 2024, cuando a escasas fechas de las fiestas se anunció que no se reeditaría el Espacio Peñas por falta de programador que se quisiera involucrar, el área de Festejos liderada por Miguel Sáinz anunció en abril que el nuevo espacio musical se licitaría con un contrato público. La bautizada como Terraza de San Mateo heredaría el espíritu del Espacio Peñas 2.0 para articular una propuesta que diera gusto a todos los estilos musicales, incluyendo por la mañana actividades familiares y por la tarde-noche conciertos de todo tipo.
Desde su anuncio, la iniciativa despertó suspicacias en la oposición, que habló de privatización de la idea que habían alumbrado los peñistas años atrás. Pero el procedimiento salió adelante y bien entrado julio (el día 23 concretamente), a dos meses del cohete, se abrió la licitación: bajo el paraguas de una concesión por un canon de 4.000 euros anuales, se planteaban diez días de eventos en el parque de La Ribera, detrás de la plaza de toros, con entrada libre y gratuita para un aforo máximo de cuatro mil personas.
A las críticas de poca concreción en los detalles del contrato y las dudas de que alguien quisiera hacerse cargo de la gestión, el concejal adelantó tener conocimiento de que una empresa había optado a la licitación del espacio. La polvareda arreció cuando se supo que la única interesada en gestionar el renovado espacio musical era Boal Eventos, empresa contra la que se pronunciaron un amplio número de entidades, asociaciones y grupos musicales por considerar inaceptables sus nexos con posiciones ideológicas ultras.
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A dos semanas del cohete y dado el ambiente enrarecido, la propia empresa adoptaba la decisión de renunciar al procedimiento de licitación «por respeto a la ciudad y a todos sus vecinos, y para no contribuir a más división social» a la vez que rechazaba «de manera rotunda» los vínculos políticos que se le achacaban.
Tres días después, sin rastro de autocrítica por no haber sacado adelante una de sus apuestas para estas fiestas, Miguel Sáinz admitía estar entristecido por una fiasco del que responsabilizaba al PSOE por sus críticas hacia el proceso y la empresa.
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