Recuerdos laborales y vitales de la Tabacalera con voz femenina
El proyecto 'Lazos de Humo' aspira a preservar las historias personales de las 'tabaqueras', a menudo, invisibilizadas
«Logroño vivió el 14 de junio de 1890 una fiesta doble. A la celebración de los actos en honor a San Bernabé, la capital ... añadió el festejo por la llegada de la empresa de mayor envergadura jamás creada en la provincia. Fueron el presidente de la Compañía Arrendataria de España, el riojano Amós Salvador, y su paisano Práxedes Mateo Sagasta –hasta una semana antes jefe del Gobierno– quienes inauguraron en el antiguo convento de La Merced la factoría de Tabacalera. Ambos gerifaltes, emparentados en lo familiar y en lo político, habían unido sus fuerzas para dotar a la ciudad de un tejido industrial del que estaba muy necesitada. Fue un paso decisivo para la economía de la región... y el núcleo duro del movimiento obrero riojano hasta la Guerra Civil».
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Así recordaba el escritor y periodista de Diario LA RIOJA Marcelino Izquierdo Vozmediano la inauguración de la Fábrica de Tabacos, en el antiguo convento de La Merced (hoy Parlamento de La Rioja, Biblioteca y sala 'Amós Salvador', amén de la chimenea que se eleva en un pasaje abierto a Portales), en uno de sus varios artículos al respecto. Páginas donde, además, daba cuenta de que «las mujeres más humildes afrontaron un proceso de selección para cubrir los puestos de cigarreras, oportunidad inédita hasta entonces de aportar dinero a las maltrechas economías domésticas. Y eso que el desastre de Cuba aún estaba por llegar».
Cuentan las crónicas que con una señal del citado Amós Salvador se inauguró la Tabacalera en 1890. «¿Quién estaba detrás de la señal? Cuatrocientas operarias, cuarenta y un operarios y dos porteros de registro, con unos sueldos de dos reales a una peseta, según el sexo», recoge el historiador Paco Bermejo en 'Bermemar.com'. «16 años después trabajaban 540 mujeres, en general de muy corta edad, y 80 hombres, con jornales parecidos al momento anterior. En enero de 1920, y años posteriores, el personal seguía siendo similar: 546 mujeres, 67 operarios, 13 de faena y 13 'otros'. Y aunque las pagas habían crecido hasta una media de nueve reales diarios, la inflación posterior a la I Guerra Mundial las minimizó a niveles anteriores. No es extraño que las cigarreras lucharan durante más de un mes en el año veintiuno, y que dada la resistencia se las definiera desde entonces como 'aguerridas cigarreras'», explicaba.
'Lazos de Humo', encuentro celebrado ayer en Logroño entre cigarreras riojanas y vascas, no solo honra la memoria de un oficio que ya forma parte de la Historia con mayúscula, «sino que también refuerza esos lazos comunitarios y la importancia de preservar las historias de sus protagonistas, a menudo, invisibilizadas».
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