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No es ningún método novedoso, pero sí complejo y peligroso: volar con gas inflamable cajeros automáticos para llevarse los billetes. En España es bien conocido en la Costa del Sol y en otros puntos, donde ha ido apareciendo y desapareciendo en las últimas décadas. Habitualmente, se trata de bandas muy profesionales que golpean y huyen dejando tras de sí grandes destrozos.
En este caso la infraestructura no era tan profesional. Dos vecinos de Calahorra, uno de 40 y otro de 45 años, formaban un grupo que se estaba dando a conocer entre Navarra y La Rioja por sus golpes, casi siempre infructuosos. Fue en septiembre cuando comenzó su andadura en Marcilla (Navarra) con el intento de robo un cajero con el método del gas. No les funcionó bien, pero no cejaron en su empeño. Días después volvieron a la misma sucursal bancaria y lo intentaron de nuevo. Bingo. Esta vez la deflagración les permitió acceder al dinero y llevarse casi 20.000 euros de botín.
Ese golpe les dio alas y empezaron a buscar nuevos objetivos, fundamentalmente en La Rioja, aunque sin olvidar Navarra, con sus métodos casi rudimentarios: productos de ferretería y carrito de la compra para transportarlos.
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En el foco también pusieron un cajero de Pradejón, donde dejaron un reguero de daños materiales. El 16 de enero su plan era una sucursal de Autol. Para entonces, la Guardia Civil de Navarra y La Rioja ya los tenía bien localizados. Uno de ellos, de origen rumano, contaba con antecedentes en su país, Austria y Francia por hechos delictivos. El otro, sin antecedentes y natural de un país sudamericano, estaba limpio, aunque levantaba sospechas.
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El cerco de la Guardia Civil se cerró ese día. Los agentes sorprendieron a los dos ladrones cuando perpetraban el golpe en Autol y les incautaron parte del material que empleaban.
Gracias a las cámaras de vigilancia y a las denuncias previas se les han podido imputar el resto de golpes, que en su mayoría se quedaron en intentos. Porque el éxito del segundo asalto en Marcilla no se vio refrendado por ningún otro. En el resto de cajeros solo dejaron un reguero de daños (la Guardia Civil los cifra en 134.172 euros) y la intervención de bomberos y peritos ante los posibles daños estructurales a edificios.
Los dos detenidos han pasado a disposición judicial como presuntos autores de un delito consumado de robo con fuerza y ocho en grado de tentativa.
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