Nuevas tecnologías

La ausencia de criterio en el uso de la IA aísla cada vez a más jóvenes

Varios profesionales creen necesario un mayor control parental y el desarrollo de la madurez y pensamiento crítico

María Aguirre

Miércoles, 21 de mayo 2025

Aunque afectan a toda la población en mayor o menor medida, los riesgos de la inteligencia artificial son mayores en los jóvenes por ser «más ... moldeables e impresionables». Un aspecto que, junto con un proceso llamado audiencia imaginaria, donde se sienten capaces de todo e importantes a ojos del resto, forma un cóctel comportamental en el que dejan de ser conscientes de las consecuencias. El cambio en las relaciones interpersonales, el uso masivo y poco responsable, la aparición de prácticas como el 'grooming' (ciberacoso) y su uso para otros fines –como ligar, llegando incluso a enamorarse de personajes creados por estas herramientas– son algunos de los peligros más comunes.

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Un estudio realizado por Unicef a 50.000 adolescentes españoles de entre 11 y 18 años muestra cómo los jóvenes hacen un uso generalizado –y en muchos casos intensivo– de internet, las redes sociales y aplicaciones. El 98,5% está registrado como mínimo en una red social, un dato que –dado que la mayoría llevan integrada la IA– motiva que utilicen esta nueva herramienta muchas veces sin criterio ni responsabilidad. «El pensamiento crítico en sí mismo es difícil, porque exige que usemos unos recursos cognitivos que requieren más atención», subraya Juan Cruz, psicólogo especializado en educación y transformación digital.

«Como consumidores de IA tenemos las de perder, porque esto es sólo negocio. Utilizan lo que más dinero les da, que en este caso es la confrontación, la polarización y el sexo», añade. Por ese motivo, el «analfabetismo digital» en el uso irresponsable del entorno digital y de sus herramientas provoca caer en este tipo de contenidos. Con la llegada de la IA y de todas estas facilidades comunicativas se aprende a interactuar en un mundo virtual que afecta a la construcción de la realidad y al proceso de socialización. Daniel Burgos, vicerrector de Proyectos Internacionales de Investigación en UNIR, apostilla que «incluso puede dar lugar a una soledad no deseada. El problema está en diferenciar y saber qué relación se está estableciendo. Somos nosotros quienes tenemos que establecer las normas y los límites».

«El pensamiento crítico en sí mismo es difícil, porque exige usar recursos que requieren más atención»

Juan Cruz

Psicólogo social y educativo

«Todo depende de las normas y límites de cada uno, así como de su capacidad de madurez»

Víctor Renobell

Profesor de Sociología de UNIR

«Los usuarios somos probadores de versiones gratuitos y es la herramienta quien nos usa a nosotros»

Daniel Burgos

Vicerrector de Proyectos Internacionales de UNIR

Víctor Renobell, profesor de Sociología en UNIR, subraya que esto provoca que «las relaciones sociales estén mediatizadas y lleven a falsedad, algo que ocurre no sólo porque se configuran como elementos relacionales, sino también por el engaño que pueden producir». Sin embargo, Burgos considera que «esto tiene que ver con las normas y los límites que establece cada persona, así como también de la capacidad de madurez y criterio propio».

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Unos problemas que hacen que los tres profesionales se planteen la misma solución: la supervisión de los adultos, «porque ellos tienen la capacidad de discernir», comenta Renobell. Sin embargo, según un estudio realizado por Unicef, sólo el 29,1% de los adolescentes asegura que sus tutores legales les ponen normas sobre el uso; el 24% les limitan las horas y el 13,2% los contenidos a los que acceden. «El problema es que muchas veces dejamos abierto a una determinada edad todo aquello a lo que tenemos acceso, y hay que ir desde los que tenemos mayor conocimiento y control a los que no», concluye.

Todosestos aspectos dependen de su funcionamiento, que se basa en el formato pregunta-respuesta a través de prototipos, ignorando en cierto modo el contexto y limitándose a la ocurrencia en cuestión. «La forma de entrenar estas herramientas dependen de los LLM (Large Language Models), que son los sistemas de IA diseñados para entender y generar lenguaje humano». No obstante, apunta que «los usuarios somos 'beta tester' (probadores de versiones) gratuitos y es la herramienta quien nos usa a nosotros. A cada interacción que hacemos, ella aprende más».

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Cómo afecta en la educación

De igual modo, la llegada de la inteligencia artificial también ha traído cambios en el sistema educativo y en cómo los jóvenes abordan las tareas. El reto: saber utilizarlas para que sean útiles a la hora de complementar la formación y ayudar a la capacidad de razonamiento o pensamiento crítico. No obstante, «la inteligencia artificial ni es inteligente ni creativa, porque lo que hace es generar contenidos ya creados», afirma Burgos. Asimismo, completa que «la clave está en saber establecer esa interacción o diálogo para que las herramientas hagan lo que la persona en concreto pide, así como determinar su enfoque para que sea sustitutivo o potenciador».

Según Burgos, hay cuatro aspectos técnicos que podrían cambiar en el futuro la forma en la que los jóvenes interactúan con estas herramientas. El primero es la personalización, donde el individuo sea, a través de sus preguntas, el que cree su propia base de datos para obtener información con ese enfoque. El segundo, la combinación entre lo personalizado y privado, que «debe ser sencilla y rápida». Después, la colaboración, para «obtener respuestas desde una base de datos más amplia». Y, por último, la creación de guías propias que ofrezcan un «mejor servicio sin mucho conocimiento de código», finaliza.

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