El fin de la pesadilla de un virus hoy 'gripalizado'
Tres años después del inicio de la pandemia, La Rioja presenta los mejores indicadores epidemiológicos y sanitarios desde el estallido de una crisis sanitaria que acumula 965 muertes
Aún con legañas y con la desazón, la inquietud y la desorientación del despertar de una pesadilla que, hoy sí, parece haber tocado a su ... fin. El mal sueño, tan irreal en sus inicios, como tangible y letal desde las primeras cabezadas, dio comienzo hace justo ahora tres años.
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El 10 de marzo de 2020, la Consejería de Salud comunicaba el fallecimiento de la primera víctima mortal en La Rioja de un todavía casi desconocido virus de extraño bautismo, el SARS-CoV-2. Se trataba de una paciente de 73 años y con pluripatologías previas que había ingresado tres días antes en el Hospital San Pedro.
El Gobierno de Concha Andreu optó de inmediato por la vía radical y durante esa misma jornada anunció el cierre de los centros educativos a partir del día siguiente, 11 de marzo, fecha en la que también la Organización Mundial de la Salud (OMS) se decidió a mover ficha al elevar la alerta sanitaria de epidemia a pandemia mundial.
El Ejecutivo regional cerró el día 13 los centros de día y de participación activa de mayores y prohibió las visitas a residencias, el 14 entró en vigor el decreto del estado de alarma... Calles vacías, aplausos en los balcones, inquietud, preocupación y un mazazo diario en forma de cifras dramáticas paralizaron la región, el país y el planeta durante los siguientes meses. El sopor se convirtió en letargo y éste en una onírica montaña rusa, sin freno, sin paradas, sin treguas. Solo dolor, soledad y muerte.
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En apenas 20 días, los hospitales se vieron desbordados. Para finales de mes la cifra de ingresados superaba los 400, de los que 32 luchaban por su vida en una Unidad de Críticos abarrotada en la que poco se podía hacer ante un enemigo aún desconocido. Las empresas funerarias tampoco daban abasto. La cifra de víctimas mortales creció hasta las 92 al cierre de marzo. El mal sueño no había hecho sino comenzar.
El primer aniversario desde el estallido de la crisis sanitaria trajo poco que celebrar. Otras dos olas devastadoras, la segunda tras el verano y la tercera en plenas navidades, nos depositaban en marzo de 2021 con la única esperanza de la extensión del plan de vacunación y unos indicadores desoladores: medio centenar de ingresados, 18 en la UCI, y unos dígitos de mortalidad desconocidos desde los años de la Guerra Civil.
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A finales de marzo de 2021, tras un mes con otros 19 fallecidos, la región había llorado ya a 744 víctimas del 'bicho', detectado por primera vez en diciembre de 2019 en la región china de Wuhan.
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En esos días se desencadenaba una cuarta ola que, muy pronto, con el 'desarme' que supuso el fin del estado de alarma del 9 de mayo de 2021, se convirtió en otra brutal embestida que surfeó con facilidad a lomos del hartazgo de la sociedad, de una fatiga pandémica que hizo bajar la guardia. Con la población distraída, llegó en vísperas de la Navidad de 2022 la transformación de delta en ómicron, una nueva variante que desató un tsunami que hizo saltar por los aires todos los protocolos de vigilancia, colapsó el sistema sanitario y convirtió en más disparatadas aún las cifras en el segundo aniversario de la pandemia. Al final de marzo, La Rioja sumaba ya 92.896 contagiados, pero con menores consecuencias de gravedad: 20 ingresados, 3 de ellos en UCI, y 5 muertos en ese mes para elevar la cifra a 911 fallecidos por el SARS-CoV-2.
El último año tampoco ha sido fácil, pero La Rioja sí parece llegar a este tercer aniversario con razones para brindar: sin nuevas variantes, aún es ómicron la dominante, con el virus 'gripalizado' y con una alta cobertura vacunal, la incidencia es la más baja de la historia, la cifra de hospitalizados, 4 en planta y 1 en la UCI, ha devuelto la tranquilidad al ámbito sanitario y la mortalidad se ha reducido, 3 fallecidos en este 2023, en la que puede ser la última enseñanza de una lección demasiado dura: 965 vidas segadas en la región.
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