«Mi madre me llamó para despedirse, para decirme que no quería seguir sufriendo»

«Me llamó antes para despedirse, para decirme que estaba muy cansada de todo y que no quería seguir sufriendo. Ella no quería morir, pero quería que se acabara todo esto», cuenta Nieto mientras recuerda que no daba crédito. «Yo no me lo creía, pensaba que había tenido una mala noche, pero para nada. Hay veces que por más cerca que estés no te das cuenta de aquellas crucecitas rojas que se van encendiendo y te van avisando de que algo va mal».

«Ella no sabía a quién recurrir. Si hubiese sabido de algún teléfono o alguien al que poder decirle lo que le ocurría, contarle sus pensamientos, igual se hubiese podido hacer algo, pero no se pudo». Desde ese momento tuvo que trabajar mucho el sentimiento de culpabilidad. «La culpa te ocupa la mente durante las 24 horas del día», lamenta Nieto mientras añade que pronto acudió a un psiquiatra y a «un psicólogo privado, porque yo sentía que tenía que hablar con alguien ya».

«Cuando eres joven piensas que todo pasa rápido, pero cuando te pasa esto, se te para la vida mientras la gente sigue con la suya y tú no sabes qué hacer, si lo estás haciendo bien... Te quedas como paralizada y nadie te escucha, te enseña o te atiende para que puedas abordar un duelo de manera positiva para que si alguien te pregunta con el paso del tiempo, puedas hablar normal de lo que ha pasado». Al poco dio con Color a la Vida, que le prestó un gran respaldo. «Les estoy súper agradecida porque encontrar a personas que han pasado por lo mismo que tú es muy importante». Ahora solo pide que el suicidio «se visibilice más, se dote a las asociaciones de más recursos y se elabore un plan nacional para saber cómo actuar en estos casos, a quién recurrir y cómo gestionarlo».