Kamal rodeado de su familia de acogida. :: sonia tercero

Un largo lazo riojano-saharaui

Kamal veranea en Torrecilla con la misma familia con la que vivió su padre hace dos décadas gracias al programa 'Vacaciones en paz' | María, junto a su marido y sus tres hijos, continúa la cadena solidaria iniciada por sus padres hace más de veinte años

ANA TERREROS/J.S.

Logroño

Lunes, 22 de julio 2019, 21:18

El término 'familia' supera muchas fronteras conocidas. Va más lejos de una relación de sangre y tampoco entiende de tonos de piel. Ni siquiera un idioma diferente es capaz de impedir que sientas a alguien parte de tu familia. Un buen ejemplo de ello son los niños saharauis que participan en el programa 'Vacaciones en paz' y las familias riojanas que los acogen.

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Uno de estos niños es Kamal, de nueve años. Veranea en Torrecilla con sus tres 'hermanos', Bruno, Leo y Noa; sus 'padres', María y David, y sus 'abuelos', Dori y Juan. Es la primera vez que viene a España, como muchos de los niños que participan en el programa, pero hay una cosa que le diferencia de los demás y es que Kamal veranea ahora con la misma familia que acogió a su padre cuando éste era un niño.

La familia Orti Romero continúa la cadena que comenzaron Juan y Dori al acoger al padre de Kamal, Mohamed en esta imagen hace más de veinte años. M.O.

«Hace 24 años mis padres nos preguntaron a mi hermano y a mí qué nos parecería si un niño saharaui pasase el verano con nosotros», cuenta María ante la mirada atenta de sus hijos. «El primer año vino una niña, pero cuando terminó el verano nos preguntaron si se podía quedar con nosotros Mohamed, un niño saharaui que debía permanecer en España por motivos de salud», explica.

«Durante dos años asistió al colegio en Logroño, hizo vida total con nosotros y cuando se recuperó volvió a los campamentos». Aunque perdieron el contacto durante algún tiempo por motivos 'tecnológicos', en abril Juan, Dori y su hijo Juan Diego visitaron a Mohamed en el Sáhara y conocieron a su mujer y a sus cuatro hijos. «A Kamal, el mayor, le correspondía salir y pedimos que en la medida de lo posible viniera con nosotros», relata María.

Experiencias y recuerdos

En Torrecilla la vida «es más parecida a lo que él conoce». Pasa la mayor parte del tiempo jugando en la calle o bañándose. «El primer día, aunque estaba nublado, pidió ir a la piscina. Cuando llegó metió el pie y se tiró de golpe entre gritos de alegría y emoción», cuenta la familia entre risas. Valoran mucho la generosidad de su pueblo: «Los niños y familias de aquí lo tratan como a uno más», cuentan Dori y Juan, los primeros de una cadena de solidaridad que continúa veinte años después.

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Sonia Tercero

El idioma es el mayor inconveniente para los pequeños de la casa. «A veces se agobian porque quieren decirle muchas cosas y no saben cómo», narra la madre de acogida, pero tarde o temprano «los niños encuentran la manera de entenderse jugando».

«Muchas familias no se animan a acoger porque creen que al niño le va a dar mucha pena irse. Hay que entender que allí está su familia y ellos son felices a su manera. Lo bonito de este programa es pensar que cuando se van de regreso vuelven con una maleta cargada no solo de cosas materiales, sino también de experiencias y recuerdos -anima María-. Y con una familia en España».

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