«No fue un adelantamiento, fue algo más: un desprecio total», asegura un agente
Los guardias civiles que realizaron el atestado por el accidente que costó la vida a un joven en 2018 aseguran que existió «una maniobra evasiva imposible de evitar»
«La invasión del carril fue tan sorpresiva que le fue imposible evitarla», ha explicado uno de los dos agentes de la Guardia Civil que ... ha declarado este viernes en la tercera sesión del juicio que se está desarrollando en la Audiencia Provincial por el fallecimiento de un joven de 31 años en un accidente en la N-111 en Nalda en julio de 2018.
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Los agentes avalaron la declaración del principal testigo y explicaron al jurado detalladamente el atestado de la colisión. Por ejemplo, dónde se encontraban los daños en ambos vehículos: en el Audi que conducía el encausado estos se hallaban principalmente en el lado derecho del frontal; en el Ford que manejaba la víctima, en la parte izquierda del morro. Y que el punto de colisión se hallaba muy cerca de la línea del arcén, por lo que la invasión de la calzada fue rápida y casi total, con una «pequeña maniobra evasiva» de la víctima porque «su tiempo de reacción fue inexistente». «Ir hacia el arcén no lo podría confundir con un adelantamiento arriesgado, es otra cosa», ha apuntado el otro agente.
Los agentes analizaron también que en la calzada no existían huellas de frenada ni otro tipo de marcas, como de un intento brusco de evitar el choque. «Si un Audi 100 [»un ladrillo«, como lo llegó a calificar un uniformado] hubiera frenado, habría dejado vestigios pero eso nos hace indicar que no realizó ninguna maniobra evasiva», ha señalado el segundo uniformado.
Esos indicios, junto la declaración del testigo que comprobó durante varios kilómetros cómo conducía el acusado por la N-111, hacen pensar a un guardia civil que «no fue un adelantamiento, fue algo más, un desprecio total. Tocó así pero pudo ser a cualquier otra persona».
Además, ambos agentes también analizaron la tasa de alcohol recogida en las muestras de sangre del acusado (tomadas casi dos horas y media después del accidente, que dieron unos resultados de 1,04 gramos por litro de sangre, lo que suponía 0,52 miligramos por litro de aire, y que, según una fórmula científica suponen 1,44 gramos por litros de alcohol y 0,72 en aire). «Esas tasas serían delito y entrarían en lo que consideramos conducción peligrosa», ha añadido.
Minutos después, el letrado de la defensa ponía en duda las horas del análisis de las muestras de sangre y los agentes reconocían que debían haberse retrotraído una hora. Bolígrafo en mano, se ponían a calcular hasta rebajar la tasa a 1,35 y 0,67. «No cambia nada», ha señalado un agente. De las misma forma, el togado ha incidido en que su defendido podía haber bebido poco antes de la colisión y que no estaría en la fase de eliminación del alcohol (de donde se extraen los resultados) sino en la de absorción.
La defensa también ha puesto en duda la declaración del taxista y copiloto de rallies que narró los kilómetros previos al accidente. Para eso pidió a los guardias civiles que refutasen puntos de su testimonio, como que la víctima no salió por la luna o que su coche no rozó el hormigón en el lugar del accidente.
La conducción de la víctima
En la Audiencia se ha analizado también el papel de la víctima en el accidente. La primera en traerlo a colación ha sido la fiscal, para explicar que el fallecido dio positivo por cannabis. ¿Pudo haberle mermado esa droga las facultades para evitar la colisión? «No. Le cogió tan de repente que era prácticamente imposible», respondió un agente. «Incluso si hubiese habido una escapatoria [en la zona de la colisión había un murete de hormigón] no lo habría podido evitar», incidió. «Es la primera vez que veo a unos agentes minimizar el consumo de drogas en un conductor», ha esgrimido el letrado ante el desacuerdo de los uniformados.
Además, los abogados del padre del acusado (propietario del vehículo siniestrado) y del seguro también recordaron la declaración, días después del accidente, de un testigo visual que, en la sala, alegó recordar muy poco del suceso. En 2018 sí declaró a los agentes de Tráfico que la víctima mortal, poco antes del accidente, había protagonizado «un adelantamiento muy apurado a dos vehículos». Por eso, estas partes consideraron que se había tenido mucho más en cuenta la declaración de uno de los testigos visuales que los del otro. «Pero en el momento del accidente la víctima iba por su carril. Antes pudo haber hecho un adelantamiento apurado, pero el accidente ocurre como ocurre y donde ocurre», ha dicho.
Mientras la defensa ha puesto en duda la declaración de los agentes que «en la vista han expuesto cosas que no aparecen en el informe, donde se habla de imprudencia grave con resultado de muerte». «Seis años después parece que van más allá», les ha reprendido mientras los uniformados se mantenían firmes: «Como mínimo, había eso».
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