2000-2025. Y resultó que el futuro era esto
Un cuarto de siglo económico. Aprovechando el Día de La Rioja, echamos la vista atrás para cuantificar la evolución de la región en un inicio de milenio que, no, no es como nos lo esperábamos. Y probablemente no para mejor
Un viejo profesor de periodismo visual en la Facultad de Navarra pedía a sus alumnos de cada curso que nunca terminaran sus crónicas diciendo «el futuro es incierto». Decía, con razón aplastante, que el futuro es incierto del mismo modo que la tierra es redonda, y que para un periodista las obviedades deberían estar prohibidas.
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Si el profesor aquel hubiera sobrevivido para ver el auge del terraplanismo, sin duda tal extravagancia le hubiera servido para reafirmarse en su axioma: si, el futuro siempre es una incógnita, un desafío a la predicción y a las buenas intenciones.
Llega el Día de La Rioja y, futuro por ahora previsible, volvemos a insistir como cada año en una mirada propia a esta comunidad desde el punto de vista económico. Así estamos ahora, es lo que busca contar este Impulso Rioja de 2025. Con un añadido, en esta ocasión: así estábamos hace 25 años, en aquel año 2000 que durante tantas décadas traía resonancias casi místicas. El 2000, el año en el que iba a llegar el futuro, ya pasó. Ahora estamos en el futuro del futuro, y llevamos aquí ya un cuarto de siglo.
Sí, habría que decirle al catedrático aquél, este porvenir nuestro era tan incierto que en realidad no era pronosticable. Quizá sí lo era la llegada de internet que lo iba a cambiar todo, una pujanza que ya se adivinaba en aquellos tiempos. Aunque quizá el alcance de ese «cambiarlo todo» solo era una quimera: la aceleración propia del siglo XX ha subido revoluciones en el XXI. Y casi parecía imposible.
Dedicamos este Impulso Rioja a desmenuzar este primer cuarto de siglo
Y sin embargo, este cuarto de siglo económico acabó teniendo que saltar dos baches que nada tienen de moderno. Dos crisis mundiales que son, digamos, un recuerdo de que la historia no se repite, pero que sí rima. La primera, una burbuja de precios que acabó reventando para llevarse por delante media economía global. Nada nuevo sobre la tierra desde los tiempos de los tulipanes holandeses, aunque la desvergonzada desregulación bancaria ayudara a darle a la ola un cariz planetario. La Rioja no se libró de ella, y el estallido se llevó por delante buena parte de la industria inmobiliaria de la comunidad, dejó administraciones atrapadas en una deuda imposible por toda la comunidad y capturó en hipotecas desorbitadas a miles de compradores. Algunas de las olas de aquel maremoto aún nos llegan.
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De todo a cero
Y la otra crisis tampoco era moderna: nada hay más humano que las pandemias, que nos han acompañado a lo largo de toda la historia desde que empezamos a ser bípedos pensantes, y probablemente antes. Sí fue nueva una reacción a escala global, que consistió en algo casi inédito, al menos en el caso español y por tanto riojano: una economía que se paró casi en seco por decreto, y que tuvo que volver a andar de nuevo de un día para otro.
Revoluciones impensadas y crisis como del antiguo régimen; así ha hemos ido sobrenadando estos veinticinco años en el futuro, un momento tan bueno como cualquier otro para echar una mirada atrás. Dedicamos así este Impulso Rioja a desmenuzar muchos cómo: cómo ha cambiado nuestra demografía, cómo han sobrevivido (o en algunos casos no) nuestras empresas; cómo pasaron en esta tierra esas dos crisis consecutivas y cómo las vivieron los gestores dedicados a hacerlas pasar. E incluso nos atrevemos a sacar la bola de cristal para el 2050. No acertaremos, seguro. Ya saben que el futuro es, perdónenos profesor, incierto.
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