«Tenemos un buen sueldo para estar en formación»
Lucía Peña, que está en su último año como residente, describe cómo es Medicina Familiar y Comunitaria: «Es una especialidad muy completa»
Cuando Lucía Peña aprobó hace cuatro años el examen de Médico Interno Residente (MIR), solo tuvo claro que quería desarrollar su especialidad en La Rioja. « ... Sabía que me quería quedar aquí, porque soy de Logroño, pero no la especialidad, ya que tenía más claro lo que no me gustaba», asegura esta logroñesa. Barajó distintas opciones y se decantó por Medicina Familiar y Comunitaria. «Vi que era la especialidad que más se enfocaba a mí y, a día de hoy, no la cambiaría por otra», reconoce.
Hace ya cuatro años que comenzó su residencia en el Servicio Riojano de Salud (Seris), en la que tuvo que aprender a «manejar» la incertidumbre y a adquirir una visión de «una medicina más integral». De ahí que sea una especialidad «muy completa», todo debido a que «tienes que saber de todo, cada día te surgen dudas y te obliga a estar en continua formación», explica mientras apunta que aunque «Medicina Familiar es la gran desconocida, pero te ayuda a obtener una visión más integral, porque ves a distintos pacientes y familias, conoces sus circunstancias... Es una medicina más integral», resalta.
Los comienzos, no obstante, no fueron nada fáciles. «Al principio es un poco complicado, porque pasas de ser estudiante a adquirir una cierta responsabilidad, tener guardias..., pero según vas avanzando en la residencia adquieres más responsabilidades y nunca estás solo, porque siempre tienes a alguien que te respalda de la unidad docente». Desde entonces, ha experimentado jornadas «muy variables». «Los tres primeros años, al ser una especialidad generalista, tienes que saber de todo un poco, por lo que rotamos por casi todos los servicios del hospital y hacemos las jornadas de cada servicio (Otorrino, Reumatología, Cardiología...), además de las guardias de nuestra especialidad».
A pesar de que hizo las maletas en alguna ocasión para cerciorarse de cómo trabajaban otros residentes, considera que «en La Rioja tenemos una gran suerte, porque la residencia está mucho más enfocada a la Medicina de Familia y no perdemos el contacto con los centros de salud rurales». Además, «al ser una comunidad pequeña, nos conocemos todos, por lo que constituye muy buen lugar para hacer la residencia; está todo muy bien organizado».
«Es una especialidad en la que las personas nos abren la puerta de su casa, somos cercanos y atendemos a cada una como el total»
Tatia Santirso
Jefa de estudios en Atención Familiar y Comunitaria
«Ha sido una experiencia muy buena, en la que te formas, conoces a gente nueva, empiezas tu jornada laboral...»
Lucía Peña
Residente de último año de Medicina Familiar y Comunitaria
Desconoce las condiciones laborales de otros residentes MIR, si bien apunta que «no nos podemos quejar porque, en comparación con el salario medio de la población y de otros profesionales, tenemos un buen sueldo para estar en formación». Todo depende, no obstante, «del número de guardias, de si son en fines de semana, si son de 24 o de 17 horas... y del año de residencia en el que estés, pero cobramos por encima de los 2.000 euros», estima.
En su caso, le queda poco más de una semana para terminar la especialidad y, de ahí, su maremágnum de emociones. «Tengo ganas de terminar, porque significa que adquieres tu responsabilidad, pero en formación también se está bien. Creo que tenemos suerte, ya que tenemos nuestra responsabilidad, pero respaldados, y cobramos por formarnos». Su experiencia, de hecho, no pudo ser mejor. «Estoy encantada. Ha sido una experiencia muy buena, en la que te formas, conoces a gente nueva que viene a hacer la residencia, empiezas tu jornada laboral... Se me ha pasado muy rápido», asegura.
«Todos se enamoran»
El principal problema que afronta esta especialidad es su «desconocimiento». De hecho, como expone Tatia Santirso, jefa de estudios de la Unidad Docente Multiprofesional de Atención Familiar y Comunitaria, «cuando llegas a esta especialidad es porque quieres ser médico de familia y tienes mucha vocación o porque tu nota no te ha llegado para otra cosa».
Una situación que, sin embargo, cambia en cuanto los MIR comienzan su residencia. «Es una especialidad en la que las personas nos abren la puerta de su casa. Somos cercanos y atendemos a cada una como el total. En cuanto ven eso y la relación que tenemos con los pacientes, todos se enamoran y no quieren ser otra cosa que médico de familia», asegura Santirso. De ahí el «orgullo» de que La Rioja cubriese las 24 plazas MIR ofertadas en esta especialidad, sobre todo porque «somos una unidad docente joven y hay otras que tienen muchísimas plazas libres».
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