La Fiscalía riojana intervino el año pasado en 56 casos de mayores abandonados
Las alertas llegan desde centros sanitarios, residencias o los vecinos de los ancianos
Hace apenas unos meses entraba en la Fiscalía un aviso de Servicios Sociales. Una mujer de avanzada edad llevaba unos cuantos meses sin salir de ... la cama, cerrada en su habitación. Su hijo se iba a trabajar y no regresaba a casa hasta la noche. Al entrar en el domicilio se encontraron a la señora completamente llagada, con numerosos problemas físicos y una situación desconcertante. El caso llegó a la Fundación Riojana de Apoyo a la Discapacidad y la anciana fue ingresada de inmediato en el hospital San Pedro para tratar las lesiones. Entre tanto continuaban los trámites para que su tutela pasara a manos de la Administración.La abuela, que hasta entonces había estado totalmente desatendida, se fue recuperando poco a poco de las heridas y una vez que le dieron el alta buscaron una plaza en una residencia de mayores para que pudiera vivir más dignamente. Lamentablemente murió a los pocos meses.
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El caso de esta mujer es una excepción, pero no lo es que cada vez más mayores se encuentren en una situación de abandono, de desamparo total. Sin posibilidades ni recursos y sin autonomía acaban sus últimos años bajo la tutela de las instituciones.
En su última memoria, la Fiscalía riojana ponía el foco en una cuestión que empieza a ocupar un espacio cada vez más destacado en las agendas políticas: la soledad creciente, pero la soledad no deseada, la de las personas de edad avanzada que no poseen la cobertura y ayuda suficientes por parte de sus familias.
El año pasado, la Fiscalía solicitó hasta en 56 casos al juzgado la adopción de medidas cautelares urgentes para otros tantos mayores. Las alertas en estos casos siempre llegan desde los asistentes sociales de los centros sanitarios, de las residencias de mayores, de los barrios e incluso de los pueblos. Este es el punto de partida para que estas personas vivan bajo el paraguas de la Fundación Riojana de Apoyo a la Discapacidad (Fradis) –hasta 2021 Fundación Tutelar de La Rioja– y se determine la medida de protección más adecuada y si tienen o no parientes que quieran asumir su responsabilidad.
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Cuando inició su actividad en marzo de 2004, la plantilla estaba integrada por 5 trabajadoras y tenía 21 adultos a su cargo. A día de hoy hay 14 trabajadores fijos y dos temporales y atiende a 280 personas mayores de edad. 151 de ellas superan los 65 años y de estas, 43 han rebasado la barrera de las 85 primaveras. La gran mayoría (83%) sufre alguna enfermedad mental y deterioro cognitivo.
La Fundación acoge a este tipo de personas por orden judicial. «Necesitan una tutela, lo que ahora se llaman medidas de apoyo», explica Alejandro Cordón Rubio, director de la institución. En la práctica el apoyo se traduce en amparo a nivel social, vivienda y ayuda para los farragosos trámites burocráticos porque «no tienen ese apoyo familiar, en muchos casos no tienen a nadie. Desgraciadamente cada día lo vemos más».
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«Hay personas que no tienen apoyo familiar, no tienen a nadie en muchos casos. Desgraciadamente cada día lo vemos más»
Alejandro Cordón
Director Fundación Riojana de Apoyo a la Discapacidad
El retrato de la peor de las soledades es, a su juicio, fruto de los cambios que se están produciendo en la sociedad. Hay un abanico muy amplio de casos, pero «cada día tenemos menos hijos y en ocasiones, si los hay, salen a trabajar fuera de casa, a otras ciudades e incluso a otros países. En otros casos están solos en este mundo y la única familia que les queda son primos lejanos que no tienen capacidad de hacerse cargo de ellos».
Los ancianos abandonados en los hospitales públicos son otro un fenómeno social que va en aumento. Son mayores que cuando reciben el alta médica no tienen a nadie que les apoye. «Esto nos ocurre muchas veces en el ámbito de salud mental», detalla. En ocasiones, hasta la Fundación llegan casos de personas que como consecuencia de un pequeño accidente «han perdido la capacidad de tener su autonomía y necesitan medidas de apoyo, un centro en el que tener un tiempo de rehabilitación y realizar todo el papeleo y el apoyo para después».
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En función de las circunstancias de cada una de estas personas se pueden acordar una serie de medidas cautelares que se revisan periódicamente por si el anciano en cuestión recupera su capacidad. «No es lo habitual, más bien es una excepción», comenta Alejandro Cordón. Lo más común es que una vez que pasan a estar bajo la protección de la Fundación continúen así el resto de su vidas, sobre todo porque para cuando son acogidas la gran mayoría llevan un tiempo desamparadas. «No tienen a nadie que haya podido dar el aviso y, por tanto, llevan un tiempo deteriorándose». El siguiente paso, como no tienen ningún familiar disponible, es buscar un recurso que «en muchos casos no es que sea el mejor, pero es el único, son las plazas residenciales». Hace unos meses el Gobierno regional incrementó el número de nuevas plazas públicas, sumó 200 a las ya existentes en todo el territorio, con lo cual «nos hace el trabajo un poco más fácil».
Al margen de las residencias, hay un grupo de mayores muy reducido que continúa residiendo en sus casas –12, según la memoria 2024 de la Fundación– que son atendidos a través del servicio de ayuda a domicilio y gracias a distintas intervenciones por parte del área social de la Fundación. «De este modo conseguimos mantenerlas en su entorno, que al final es lo deseable, se intenta no institucionalizarlas y que sigan viviendo en sus domicilios haciendo sus actividades diarias y se relacionen con su círculo social».
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Sobre este fenómeno creciente, el de la soledad y el desamparo de los mayores, ha venido poniendo cifras el INE. EnLa Rioja, en 2021, el último año del que ofrece datos, más de 13.000 personas mayores de 70 años vivían solas, el 34% de todas la que conformaban un hogar unipersonal.
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