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Carlota y Óscar bromean en la cocina que comparten, una de las zonas clave para la convivencia en los pisos de estudiantes. JUAN MARÍN
Una asignatura difícil

En segundo toca buscar piso

La subida del alquiler también afecta a los estudiantes, que tratan de encontrar el piso adecuado para la convivencia en un mercado insuficiente con precios al alza

Alicia Fdez. De Arcaya

Sábado, 9 de agosto 2025, 08:16

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Los elevados precios de las residencias y la búsqueda de independencia hacen que muchos estudiantes prefieran alojarse en un piso. Dejar atrás los horarios de comidas y normas residenciales para compartir con amigos que terminan por convertirse en familia, se presenta como el plan perfecto para la vida universitaria.

La transición a la vida adulta suele pasar por alojarse en una residencia y aprovechar para conocer gente. A partir de segundo, son mayoría los que se atreven con el reto de encontrar el piso indicado.

Es el caso de Juan Calvo de Galdeano, que hace dos años vino de Aranda de Duero (Burgos) a estudiar Ingeniería Agrícola en la Universidad de La Rioja. «En primero aproveché para hacer amigos en la carrera y en la residencia; en segundo ya quisimos irnos todos a un piso, eres mucho más independiente», comenta. Aunque tampoco les cayó del cielo: «El problema de los pisos en el barrio universitario es que muchos están muy viejos o en mal estado. Por el mismo precio o más barato se puede conseguir algo mil veces mejor en el centro de Logroño».

Muchos confían en el algoritmo de X e Instagram para dar con compañeros de intereses similares

La búsqueda casi siempre empieza por internet. 'Idealista', 'Milanuncios', la bolsa de pisos de la UR o incluso 'Wallapop' conforman los portales más rápidos al mercado de la vivienda. A primera vista los anuncios de «piso ideal para estudiantes» parecen abundantes, pronto echan para atrás los precios y las exigencias de los arrendatarios. Desde pedir el alquiler durante el verano, cuando no se utiliza el piso, a marcar preferencias particulares como «solo para chicas», «no se admiten mascotas» o «prohibido fumar». La demanda supera con creces la oferta y no son precisamente los inquilinos los que diseñan el trato.

Las novatadas, el precio y la libertad son los factores que motivaron a la bilbaína Aroa Centeno, estudiante de la Esdir, a buscar un piso desde el primer momento. Eso sí, admite que «la independencia que te da también viene con muchas responsabilidades». La primera llega antes de septiembre: encajar algo que agrade a todo el grupo. «Si que nos costó buscar piso, cada uno teníamos nuestras prioridades, que si el presupuesto, la ubicación, cómo era el inmueble... Claro que todos queríamos algo bonito, con iluminación, pero hay que adaptarse a lo que hay, que no es perfecto».

Otra vía cada vez más utilizada para asegurar buen ambiente y convivencia son las redes sociales. Tanto los que ya han encontrado un piso pero necesitan compañeros para llenarlo, como los que buscan solos una habitación, confían en el algoritmo de X e Instagram para dar con compañeros de intereses y personalidades similares.

Vega Capellán es de Ollauri y ya en primero decidió vivir en un piso que encontró por Instagram. «Al ser de cerca no necesitaba servicio de comidas, me preparaba tupers mi madre», explica. Y añade: «He tenido suerte, el casero siempre ha estado muy atento y en verano solo pagamos la mitad, aunque es cierto que no usamos para nada el piso».

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