Los sanitarios de La Rioja: exhaustos y alarmados
La segunda ola del coronavirus ha llegado antes de lo esperado y los trabajadores de la salud avisan de que aún no se han recuperado anímicamente de lo vivido anteriormente
DIEGO MARÍN A.
Domingo, 27 de septiembre 2020, 09:00
Desencanto, relajación, falta de personal, irresponsabilidad, ausencia de previsión, saturación, cansancio... son algunas de las palabras que se repiten en los testimonios de los profesionales ... de la sanidad en La Rioja. No importa cuál sea su profesión, si médicos, enfermeras, auxiliares, fisioterapeutas, técnicos..., todos coinciden en advertir de que la segunda ola ha llegado antes de lo que todos esperábamos; que la sociedad, en general, ha perdido inexplicablemente el miedo al COVID-19, y que gestos tan sencillos como el distanciamiento social, la higiene de manos y el uso correcto de la mascarilla, a veces, han dejado de ser un hábito. Lo dicen los propios sanitarios, de primera mano. Esta es su voz.
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Andrea Gordo | Auxiliar de enfermería
«Psicológicamente no sé si estamos preparados para una nueva ola»
Andrea Gordo es auxiliar de enfermería en la residencia Los Jazmines, de Haro, fuertemente castigada durante la primera ola del COVID-19. «He vivido los buenos años y lo peor, la pandemia; ahora mismo estamos muy bien, limpios, porque ésta fue una de las primeras residencias donde apareció el coronavirus y, desgraciadamente, hemos tenido que aprender mucho para llevar a cabo los protocolos y para poder anticiparnos a los problemas».
Respecto a la posibilidad de que la situación empeore durante el invierno, Gordo se muestra temerosa: «Ahora mismo estamos con miedo a que vuelva a suceder porque realmente lo que se ha vivido ha sido muy duro, hasta el punto de que psicológicamente no sé si estamos preparados para afrontar una nueva ola igual. Todos estamos tocados». Para la auxiliar, los trabajadores tienen una gran responsabilidad: «Tenemos miedo de que nosotros, que somos los que salimos al exterior, podamos nuevamente introducir el bicho y vuelva a atacar».Informa María Caro
Marta Ibáñez | Técnico en emergencias sanitarias en Nájera
«La gente no es consciente o no se acuerda de lo que ha pasado»
La técnico en emergencias sanitarias a bordo de un SVB con sede en Nájera, Marta Ibáñez, cree que «este otoño- invierno va a ser duro». Asegura que el verano, y sobre todo agosto, «ha sido horroroso en la comarca porque la gente, en lugar de ir a la playa, ha preferido venir a los pueblos». Augura que con la llegada del frío «habrá patologías que van a convivir con el COVID-19, como puede ser la gripe, y será un locura».
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En este sentido, explica que su servicio, «aunque en principio no es para atender casos del virus, los tenemos que asumir cuando la ambulancia de Haro no da abasto». «Es una odisea –continúa–, ya que tenemos que quitar todo y, al acabar, hemos de desmontar todo de nuevo y desinfectarlo».
A su juicio, «la gente no es consciente o no se acuerda de lo que ha pasado. Tenemos poca memoria o piensan que nunca les va a pasar a ellos, aunque también hay quien se comporta como es debido». Informa Félix Domínguez
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Susana Albericio Pérez | Técnico especialista en Imagen para el Diagnóstico (Rayos X) del Hospital San Pedro
«Que haya contagios por imprudencias es reírse de nosotros»
Afirma Susana Albericio Pérez, técnico especialista en Imagen para el Diagnóstico (Rayos X) del Hospital San Pedro, que su trabajo se llegó a quintuplicar durante el estado de alarma y que actualmente su ritmo normal se ha duplicado. Todos los pacientes COVID-19, estén en casa, en planta o en la UMI, necesitan una placa torácica para comprobar la evolución de la enfermedad, si crea neumonía. Han llegado a hacer 200 placas al día por turno, y hay tres: «Todos los pacientes tienen su radiografía a diario».
«Estamos, como en la UMI, en primera línea, todo el día con un delantal plomado y con un EPI recorriendo el hospital», explica Susana, para quien «no falta material pero sí personal porque estamos cansados, física y psicológicamente, sentimos que debemos estar en todas partes y que no estamos en ninguna; es una situación horrible». Por ejemplo, cuenta esta técnico, «hay muchos pacientes solos, mayores desorientados a quienes no podemos dedicarles el tiempo que necesitan. Eso genera mucho estrés. Mentalmente es muy duro», asegura Susana Albericio. Y no es esa su única sensación: «Estamos afectados y decepcionados porque hay gente irresponsable celebrando sin medidas. Que haya contagios por imprudencia es como que se riesen de nosotros, de nuestro trabajo», explica Susana Albericio. Informa Diego Marín A.
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Oscar Galarreta Marzo | Técnico de emergencias sanitarias
«Lo que está ocurriendo en La Rioja se podría haber evitado»
El cerverano Óscar Garraleta Marzo es técnico de emergencias sanitarias. Explica que, desde los inicios de la pandemia, en la primera semana de marzo y hasta finales de mayo, prestó servicio en Calahorra en la ambulancia que atendía los traslados de los casos de COVID-19 de toda La Rioja Baja, aunque en esta segunda ola se mantiene en su puesto habitual, cubriendo las urgencias de la zona básica de salud de Cervera del Río Alhama.
Eso por ahora, ya que no sabe si tendrán que colaborar de nuevo en la atención específica de coronavirus, en función de como evolucione y de cuánto tiempo se alargue este repunte de la crisis sanitaria riojana: «Aquí la situación está bastante mejor respecto al resto de La Rioja Baja», comenta Óscar, y añade que «el verano ha sido tranquilo en Cervera a pesar de que acudió mucha gente al pueblo. Parece raro pero no se hayan producido más brotes de contagios como en otros pueblos cercanos».
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En todo caso, cree que «lo que está ocurriendo en La Rioja se podría haber evitado. No tenemos problemas de material, pero pensando en la segunda ola de contagios que se preveía se deberían haber tomado más medidas», argumenta el cerverano en relación al problema actual del COVID-19 en la región. Informa Sanda Sainz.
Carmen García Romero | Enfermera del SUAP
«No hemos tenido responsabilidad. Lo hemos hecho muy mal todos»
«La normalidad no existe desde marzo», asegura Carmen García Romero, enfermera del Servicio de Urgencias de Atención Primaria (SUAP) con base en el CARPA de Logroño. García Romero reparte responsabilidades sin distinción: «Nos hemos relajado todos y los casos están subiendo».
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En concreto, y en lo que a su trabajo se refiere, la enfermera expone que «la Atención Primaria está saturada porque lleva el control de las más de 10.000 personas que están en cuarentena en sus casas y además estamos llenos de trabajo administrativo, así que no damos abasto». La consecuencia, opina esta enfermera, es que la gente acude a Urgencias porque se retrasa su consulta, porque «la Atención Primaria no tiene médicos», así que, al final, «está todo hasta arriba y la cosa está mal». «Es todo una cadena y falta personal; el refuerzo no ha llegado», opina.
«Volvemos a marzo. Entonces fue un 'shock' y nos adaptamos. No se solucionó el problema, pero durante el periodo de tranquilidad que hemos tenido no se ha reforzado nada y los sanitarios estamos agotados y desencantados. Pero tampoco hemos tenido responsabilidad como ciudadanos. Lo estamos haciendo muy mal todos y los casos están subiendo, ya hay más de 1.100», expone la enfermera del SUAP, para quien «no cumplimos con las normas que debemos cumplir y la Consejería de Salud no pone medios, cuando necesitamos acciones ya, es una labor de todos luchar contra el coronavirus». Informa Diego Marín
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Javier Ascarza | Enfermero de Urgencias del FHC
«Estamos en la segunda ola y me ofrecen un mes de refuerzo»
La pandemia ha sacado a la luz el coraje y el compromiso del personal sanitario, pero también ha evidenciado las carencias del sistema y la precariedad laboral a la que se ven abocados muchos profesionales. Javier Ascarza, enfermero de Urgencias en la Fundación Hospital de Calahorra, lleva años encadenando contratos. Una veces como refuerzo y otras para cubrir bajas o excedencias. La primera ola de la pandemia le pilló a punto de finalizar un contrato de cuatro años a media jornada. «Se terminó en abril y entonces me ofrecieron otros dos meses, en dos contratos de un mes como personal de refuerzo, incluso estando en pandemia», explica. Para el 1 de julio firmó una nueva contratación para cubrir vacaciones hasta el 30 de septiembre y «ahora que volvemos con la segunda ola lo que me ofrecen es un mes de refuerzo en un puesto que supuestamente va a ser estructural debido a la ampliación de las urgencias», cuestiona. «Estamos en plena pandemia, las plantas cada día tienen más pacientes, escuchas que se necesita personal y luego ves estas cosas...», lamenta este profesional, que considera vital fijar personal en las plantillas.
Javier Ascarza advierte también del cansancio de los equipos: «Ves la luz al final del túnel, con las plantas con menos gente y de repente estamos otra vez en lo mismo y vamos apurados». Informa Isabel Álvarez.
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María Fernández Velilla | Médica de Atención Primaria en el Centro de Salud de Labradores
«¿Para qué están los epidemiólogos si no se siguen sus consejos»
«Había medidas de contención que no se han aplicado», señala María Fernández Velilla, médica de Atención Primaria en el Centro de Salud de Labradores, en Logroño. A diario realiza un cribaje telefónico de hasta 60 personas, decidiendo atender en consulta a una veintena de media. Y, para ella, sin preámbulos: «Estamos peor que en marzo porque, entonces, aunque lo desconocíamos, estábamos 'frescos', y ahora, en la segunda oleada, estamos saturados, muchos compañeros están en sus merecidas vacaciones y, en general, todos estamos exhaustos y cabreados». La consecuencia es «la saturación: el hospital San Pedro y la Atención Primaria están a punto del colapso por exceso de trabajo». María Fernández se pregunta: «¿Para qué están los técnicos y epidemiólogos si no se siguen sus consejos?». Y, para colmo, en opinión de esta médico, «la gente le ha perdido el miedo al COVID-19, no es consciente de la peligrosidad del virus». Informa Diego Marín
Silvia Gutiérrez Paúl | Enfermera de Rincón de Soto
«El control de esta enfermedad está en manos de todos»
Silvia Gutiérrez asegura que el día a día en el consultorio de Rincón de Soto ha cambiado enormemente desde el inicio de la pandemia: «Con el paso de los meses parecía que la pesadilla había pasado. Quizá fue entonces cuando las costumbres se relajaron. Sabíamos que iba a llegar una segunda oleada pero no tan pronto. Se ha adelantado incluso a la gripe estacional», comenta Silvia.
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«En verano se han intensificado los contactos y en muchos casos se ignoraron las medidas de distanciamiento social, con un resultado verdaderamente catastrófico», explica. «Atendemos diariamente alrededor de 250 llamadas telefónicas, gestionando de la mejor manera posible las consultas de los pacientes para evitar la afluencia masiva al consultorio. La gente echa en falta el libre acceso, pero ese modelo de atención ahora mismo es impensable porque no hay tiempo ni recursos, sumado al trabajo de la COVID-19».
Destaca que, a pesar de la situación, en Rincón de Soto no hay lista de espera y lamenta las críticas cuando están saturados física y psicológicamente, con sobrecarga pero satisfechos de poder atender a la población. «Tenemos que ser conscientes de que el control y evolución de esta enfermedad está en manos de todos», termina. Informa Sanda Sainz.
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Vanesa Domínguez | Enfermera en la residencia Hospital del Santo, de Santo Domingo de la Calzada
«Con lo aprendido lucharemos para que el virus no vuelva a entrar»
En la residencia Hospital del Santo, de Santo Domingo de la Calzada, el embate de la pandemia se saldó con el 85% de los usuarios y más del 26% de los trabajadores contagiados. «Fue una situación desconocida y desbordante», confiesa Vanesa Domínguez, enfermera, que aún tiene muy presente el «estrés y la angustia» que todo ello supuso, a la vez que «las ganas de vencer la situación». Y añade: «Hasta que no se vive la situación, nadie es consciente del enorme trabajo y sobrecarga emocional que sufren los trabajadores de las residencias». Ahora mismo, el virus no está en la residencia, pero los datos de la evolución de la pandemia son inquietantes. «Con lo aprendido anteriormente, lucharemos para que no vuelva a entrar en nuestro centro», asegura. Este –afirma– está tomando, «firmemente», todas las medidas, pero sobre la Administración cree que «no hace lo suficiente». Y lo ejemplifica: «Se están haciendo PCR masivos a la población en general y a los trabajadores de los centros los tiene que hacer la propia empresa, además de falta de recursos materiales y personales». Afirma que, ahora, los abuelos están «tranquilos e informados» y, lo más importante, «han normalizado la situación». Asegura que, al igual que en primavera, volverán a darlo todo, y también quiere puntualizar algo: «Trabajar en lo privado no resta ni calidad ni profesionalidad». Informa J. Albo
Patricia Guerreros | Fisioterapeuta y portavoz del equipo de rehabilitación del hospital
«Después de aquel esfuerzo, la recompensa ha sido desmantelar la unidad»
Una de las consecuencias del COVID-19 a nivel asistencial es el traslado de parte de la Unidad de Daño Cerebral del Hospital San Pedro al antiguo hospital provincial. «Comprendemos el cambio de ubicación pero no la salida del San Pedro», critica Patricia Guerreros, fisioterapeuta y portavoz del equipo de rehabilitación del hospital.
«La argumentación que nos dan es que en esta segunda ola hay que separar las urgencias pediátricas porque se supone que va a haber más casos en niños, pero esto se podría haber hecho con más previsión porque lo que se provoca es la fragmentación de la unidad», expone Patricia Guerreros. Todo el equipo colaboró en la lucha contra el COVID-19 y ahora los profesionales que lo componen sienten que, «después de aquel esfuerzo, la recompensa es esta, el desmantelamiento de la unidad». Y lo peor de todo, considera Guerreros, es que «los mayores perjudicados van a ser los pacientes por la disminución de la calidad de la atención al ser esencial la coordinación, porque nos prometen, de palabra, más medios materiales y personales pero la realidad es que nos enteramos por el personal de mantenimiento». «Esto supone desvestir un santo para vestir otro, y no estamos de acuerdo. Desde marzo ha habido tiempo de preverlo, todos sabíamos que iba a venir la segunda ola», expone Guerreros. Informa Diego Marín
Noemí Ruiz de Lobera | Médica en la Unidad del COVID-19 del San Pedro
«La tendencia va en aumento y no es un catarro, sino que hace mucho daño»
La situación actual para Noemí Ruiz de Lobera, médico de la Unidad del COVID-19 del Hospital San Pedro de Logroño, «es muy preocupante». «Me encantaría poder decir que se va a controlar pero es difícil preverlo. La tendencia es que va en aumento, y no es un catarro, sino que hace mucho daño», advierte Ruiz de Lobera.
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Sí reconoce la médica que ahora «tenemos más conocimientos y estamos más preparados con medios de protección, pero es un virus muy imprevisible y no hay un tratamiento eficaz». También señala Ruiz de Lobera que, «aunque no hay un tratamiento efectivo, en algunos casos se logra acortar el periodo clínico y se reducen los síntomas», mientras, por otra parte, el conocimiento que se tiene de los efectos secundarios, como las trombosis, ayuda a prevenirlas. No obstante, la médica no esconde su preocupación ante una situación inevitable y compleja como va a ser la convivencia del COVID-19 y la gripe.
«La única manera de prevenir los contagios es el aislamiento, las barreras como la mascarilla, la higiene y el distanciamiento social», expone Noemí Ruiz de Lobera, consciente de que, tras el estado de alarma, la situación mejoró pero «al volver a la 'vida normal', todos perdimos el miedo al virus y actuamos de forma no adecuada, como si hubiera desaparecido... y reapareció». Informa Diego Marín
Rocío Ruiz Osés y Sheila de Marcos | Enfermeras de la Unidad de Medicina Intensiva (UMI) del Hospital San Pedro
«La situación es casi como en marzo y estamos más 'tocados'»
Rocío Ruiz Osés y Sheila de Marcos son enfermeras de la Unidad de Medicina Intensiva (UMI) del hospital San Pedro y advierten de que, anímicamente, están bajas de moral y de que la situación allí «es casi como en marzo». «Estamos más 'tocados', aunque con mucho compañerismo porque sabíamos que la segunda ola iba a llegar, pero no tan pronto», explica Rocío, para quien la sociedad, en general, «se ha relajado bastante; algo tan sencillo como el distanciamiento social, la higiene de manos y la mascarilla no se ha hecho bien pese a que depende de nosotros; en cuanto nos han dado un poco de 'pista' han subido los contagios». Sheila recuerda que lo de marzo fue «devastador e inesperado y no ha pasado el suficiente tiempo para recuperarnos», pero también indica que «nunca nos ha faltado material, ahora tampoco, siempre hemos ido un paso por delante en estar preparados». Informa Diego Marín
Miriam Díez Cabezón | Enfermera de Traumatología y Otorrino del Hospital San Pedro
«El hospital aún no está saturado, pero ha llegado mucha gente a la UMI muy pronto»
La séptima planta, de Otorrino y Traumatología, donde trabaja Miriam Díez Cabezón como enfermera –la última del hospital San Pedro–, también estuvo dedicada al COVID-19 durante el estado de alarma. «Ahora van por la sexta y nosotros somos los siguientes», advierte Miriam, para quien, «al principio teníamos mucha incertidumbre, fue una época dura, pero con mucho compañerismo. Después 'respiramos' un poco, pero no hemos llegado a desconectar ni a olvidar», reconoce esta enfermera. «El hospital aún no está saturado, pero ha habido mucha gente en la UMI muy pronto», señala Miriam. Informa Diego Marín
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