«Algunas bodas se han perdido en este tiempo, parejas que cambiaron sus planes»
Tras dos años «muy duros», las tiendas de vestidos y complementos de novia empiezan a empiezan a tomar aire este 2020. Aún tienen mucho que ... recuperar, pero las sensaciones son buenas. «Sí, estamos mejorando. La sensación que tenemos es que se está recuperando», explica la propietaria de Novias Pilar Gil, en el corazón de Logroño, que traza un rápido perfil de quienes pasan estos días por su establecimiento: «Hay gente nueva que ha decidido casarse, pero también hay quien tenía previsto casarse en el 2020 o en el 2021 y que lo ha ido aplazando. Hay muchas novias que siguen sin poder casarse, todas las que han tenido que ir aplazándolo».
No se casarán todas. Algunas, por diferentes circunstancias, han acabado por anular definitivamente la unión. «Se han perdido bodas en este tiempo. Parejas que han cambiado de planes y que al final han renunciado a hacerla». Una realidad no muy numerosa, pero que ha hecho que más de un vestido encargado se quede en una percha del establecimiento.
El resurgir de las bodas arroja algo de luz en los negocios tras dos años demasiado negros sin ventas y con vestidos preparados que no se entregaron. «Está empezando a llegar gente nueva para casarse, con algo menos de antelación que busca otro tipo de vestidos, más sencillos... En todo caso, también hay quien está empezando a prepararla para el 2023 y algún traje ya se ha vendido. Hay un poco de todo», dice Pilar Gil.
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Para la tienda logroñesa de la firma Rosa Clará esta será una temporada especial. Abrió sus puertas en septiembre del 2019 y unos meses después tuvo que cerrarlas por la pandemia. Tras dos años «muy duros», explica Betha, esta campaña recuperarán cierta normalidad. «Tenemos todo tipo de bodas. Hay casos de trajes que en su momento, al tener que aplazar la celebración, se quedaron aquí y otros que son para clientas nuevas que han decidido ahora casarse».
Como en otras tiendas del sector, en Rosa Clará también han notado cambios en las preferencias de sus clientas. «El año pasado hubo bodas que compraron con pocos meses de antelación y este año también hay algunas que han decidido casarse pronto. Todo requiere su tiempo y siempre necesitamos cierto margen para confeccionar el vestido, hacer las pruebas...».
Así, con un volumen no menor de bodas aplazadas que se celebrarán a lo largo de los próximos meses, los pedidos para el año que viene aún son escasos, confirma Betha. «La nueva colección llega a finales de septiembre, momento en el que empiezan las ventas. Normalmente se busca cerrar la fecha y, posteriormente vienen a las tiendas a buscar el vestido... aunque también hay casos en los que lo hacen al revés», completa.
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