¿Y el futuro?
j.m. doménech
Martes, 2 de mayo 2017, 17:21
En estos momentos existe el documento Estrategia de conservación y gestión del lobo en España, consensuado por el Ministerio y las comunidades autónomas que contiene las medidas específicas de conservación necesarias para la recuperación de las especies, debidamente priorizadas y desarrolladas. Se trata por tanto de un documento esencial, profesional y objetivo sobre el lobo, que indica incluso en el apartado 5.1.4. Zonificación, que en relación con la gestión «se pueden utilizar distintas fórmulas en diferentes zonas en función entre otras de la capacidad social de acogida en ciertas áreas, reduciendo de este modo los conflictos. En algunos lugares, las poblaciones de lobo pueden mantenerse en elevadas densidades con un control escaso o nulo, en otros los lobos sólo son tolerables en densidades moderadas, mientras que en otros no parece razonable la presencia de lobos».
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El lobo no está en peligro de extinción al norte del río Duero y se considera una especie cinegética. Según los últimos datos oficiales, el lobo está incrementando su censo en toda España y, en el caso concreto de La Rioja, se constata la presencia de una manada estable en el Alto Cidacos y en la actualidad existen indicios de una segunda manada en Las 7 Villas -el concepto de manada se aplica cuando se constata la existencia de crías-. Los ataques no sólo podrían proceder de esas manadas sino de lobos desplazados de otras zonas limítrofes.
La Administración ejerce su papel intentando mitigar los daños causados por el lobo al ganado mediante ayudas específicas, indemnización por los animales muertos e invirtiendo en la mejora y creación de infraestructuras, así como el aprovechamiento cinegético controlado del lobo como medida de gestión, control y disminución de los daños sobre el ganado. Es evidente que a pesar de los esfuerzos de la Administración, el equilibrio inestable existente ponga, paradójicamente, en peligro los Planes de Desarrollo Rural que persiguen que los ganaderos y agricultores mantengan su actividad y sigan trabajando y viviendo en el medio rural.
Los ganaderos están demostrando en Las 7 Villas su madurez y su compromiso, dialogando y manteniendo una relación positiva con la Administración, y es necesario que también desde otros ámbitos y organizaciones de ciudad, se aporte diálogo y se escuche y analice la realidad ganadera en la montaña.
Otra forma de vida y tenencia del ganado no es posible en la montaña, y no es admisible otro manejo que lleve a prácticas y forma de vida del siglo XIX con el ganadero viviendo todo el día en el monte con su manta al hombro y su callado. Y más cuando para el seguimiento, estudio y control del lobo se emplean medios de última generación como radares, microchips, drones, propios todos ellos de la tecnología del siglo XXI.
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Si lo que se desea realmente es que los conceptos como equilibrio medioambiental, biodiversidad, sostenibilidad, ecología, historia, cultura y tradición sigan siendo consustanciales con la sierra en su conjunto, no queda otra que el diálogo, la objetividad y el sentido común .
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