Borrar
Rubén y Carmen, con un ejemplar de 'Días de quimio y rosas'.
Centinela del dolor

Centinela del dolor

El autor riojano destina los beneficios de la edición de 'Días de quimio y rosas' a la lucha contra el cáncer

TERI SÁENZ

Miércoles, 5 de noviembre 2014, 23:01

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Rubén Lapuente relata así en 'Claro de luna' uno de los instantes más amargos que padecen las afectadas de cáncer de mama. Ese punto en que el tratamiento desdibuja el cuerpo, el dolor maniata la esperanza y el futuro se angosta.

De esas sensaciones y todas las que recorren los distintos estadios de la enfermedad se nutre 'Días de quimio y rosas', el libro que el autor riojano ha publicado con una doble intención: recapitular los escritos elaborados en la intimidad desde que su mujer fue diagnosticada en agosto del 2011 y ofrecer a través de sus páginas un manual emocional para quienes se enfrentan por primera a una trance similar.

Aficionado a la poesía desde joven, colaborador en diversas revistas del género y autor del blog 'El cuaderno de poemas de Rubén Lapuente' -- la irrupción del cáncer en su familia supuso un punto y aparte en su vida. «Me hubiera gustado no escribir el libro», confiesa para reconocer el impacto que representó la noticia de que Carmen tenía un tumor en el pecho en la confianza de que ahora, pasado el tiempo, «pueda servir de guía para quienes sufren lo mismo». Y también en alguna medida de apoyo financiero, ya que los beneficios de la venta están destinados a la AECC.

Ella fue, precisamente, quien incentivó dar el paso. «Escribo periódicamente, pero aquello me derrumbó para seguir haciéndolo», dice Rubén. «Yo -completa su mujer- le animé a continuar como un modo de liberación, una terapia particular».

Fruto de ambas voluntades fue un giro en los temas de su poesía, que a partir de entonces se centró en relatar todos los escalones por los que ambos fueron ascendiendo de la mano hasta concluir el tratamiento en julio del 2102. El diagnóstico inesperado, las noches en vela, la metamorfosis del metabolismo, las demoledoras sesiones de quimio y radioterapia, la peluca sobre una cabeza calva que el espejo se niega a reconocer... «El libro se puso en orden a través de la enfermedad», reflexiona él. Y añade ella: «El cáncer no sólo ataca a las células sino también a las emociones, y es básico luchar, tener ganas de vivir y salir adelante».

El punto de partida en su caso se ubica en Madrid. «Estaba allí, al lado de mi hermano que entonces agonizaba de leucemia, cuando me dieron la noticia», señala Carmen. El diagnóstico reactivó su fortaleza. «Me puse en manos de los médicos con la seguridad de que iba a salir adelante y se trataba de un paréntesis». «Sólo pensaba que mis hijos y mi entorno no se vieran alterados, llevar una vida lo más normal posible», añade. Para Rubén, la súbita ruptura de la armonía doméstica le inspiró otras sensaciones. «Sentí muchísima rabia porque no llegas a entender cómo es posible que te cambie la vida así, de repente».

La poesía se convirtió en una medicina fundamental para ambos. «Al final del día o en mitad de la noche, me ponía a escribir para expresar cada detalle, cada gesto de ella después de haberle cogido la mano o llevado un simple vaso de agua, y todo aquel coraje inicial se fue convirtiendo en una emoción pura, un libro muy sentido que nada tiene que ver con el lloriqueo o la autocomplacencia», resume antes de citar otro de los versos que jalonó aquel tiempo de apoyo en el dolor:

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios