Voleibol
Voleyviña, una historia con punto, pero sin finalEl núcleo principal del equipo se retira, pero la entidad sigue viva e incluso no se descarta continuar con la actividad federada
Juan José Pellejero, David Amatriain, Juan Manuel Domínguez, Alejandro Benito... Así empieza la lista de nombres que han formado parte del Voleyviña, equipo que se ... ha convertido durante muchos años en la referencia del voleibol masculino riojano. Una trayectoria a la que gran parte del equipo puso su broche de oro el pasado 1 de abril. Se dibujó así el punto final a una generación, pero no a un club, ya que la entidad mantendrá la actividad e incluso no se descarta continuar con la práctica del voleibol federado.
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«La mayoría nos conocemos desde hace veinte años y algunos desde hace treinta, hemos vivido muchas cosas, hemos tenido una conexión muy potente y somos una familia», destaca Israel Ajamil, entrenador del equipo.
Familia. Es la mejor manera de definir un recorrido que tuvo su germen en un grupo de jugadores de Jesuitas y que ha competido en diferentes etapas (durante años, por ejemplo, estuvo bajo el paraguas de la Universidad de La Rioja) hasta llegar al momento actual. «Cerramos una etapa bonita, pero queremos que sea menos amarga porque vamos a seguir haciendo actividades», recalca Ajamil. «Además de la escuela o del torneo de voley playa, entre otras propuestas, igual sacamos un equipo júnior femenino y los veteranos queremos seguir jugando torneos amistosos», enumera el alma máter de la entidad. «Queremos que no sea un punto final porque incluso estamos valorando la posibilidad de seguir en la liga federada; tenemos gente joven en la escuela y en el equipo y nos gustaría que tuviesen una continuidad», remata.
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El Voleyviña quiere seguir aglutinando recuerdos. Ya suma muchos, pero quiere más. «Si te pones a contar batallitas te quedas solo», afirma Ajamil. Fines de semana con dos partidos, visitas a Valvanera, viajes e incluso un ascenso a Primera. «El año que subimos (2008) fue muy bonito y el siguiente también», asegura el técnico. «Deportivamente estábamos a un nivel muy alto, trajimos gente de nivel de fuera y por motivos laborales o lesiones tres fichajes tuvieron que dejar el equipo, pero con los de casa rendimos incluso mejor. Los 'Pavones' superaron a los 'Zidanes'», añade.
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Fue ese ascenso el momento culmen del equipo, que al año siguiente decidió volver a Segunda. «Era más accesible y ya empezábamos a tener obligaciones familiares», recuerda Ajamil. «Ha sido más difícil compaginar la vida personal y la deportiva que la parte económica y, además, hemos tenido la suerte de que en los últimos seis años nos ha tocado cinco veces la lotería», destaca con una sonrisa uno de los componentes de un grupo que seguirá unido. «Lo que se ha generado tiene unas raíces mucho más profundas que las deportivas», concluye Israel Ajamil. Una historia que quiere tener más páginas.
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