Cien años del primer olímpico riojano
Defensa central del Real Madrid, el autor de 'Las Sacas' fue miembro de la selección de fútbol que representó a España en París 1924. Un siglo después, Logroño sigue sin reconocer su figura
El año 1924 fue el gran momento de Pedro Patricio Escobal (Logroño, 1903). Estudiante de Ingeniería Industrial, defensa central titular del Real Madrid y amigo ... de Santiago Bernabéu, a Escobal –un mozo apuesto, alto y fuerte– le sonreía la vida. El 17 de mayo de ese año, el futbolista riojano saltó al césped del nuevo estadio de Chamartín para disputar el partido inaugural del campo madrileño. El entonces príncipe de Asturias, Juan de Borbón, hizo el saque de honor y más de 20.000 personas jalearon al equipo blanco desde las gradas. Ganaron 3-2 al Newcastle United, campeón de Inglaterra, y los periódicos ingleses aplaudieron la contundencia defensiva de aquel mocetón logroñés.
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Diez días después de aquel partido electrizante, Escobal estaba en París, convocado con la selección española de fútbol para disputar los Juegos Olímpicos de 1924. En el estadio de Colombes –que aún sigue en pie y será sede del torneo de hockey–, España disputó su primer y último partido frente al poderoso equipo italiano. Escobal no llegó a debutar. Ocupó un lugar en el banquillo y en aquel tiempo todavía no estaban permitidos los cambios, así que la derrota supuso la eliminación de España y el final de la aventura olímpica del futbolista riojano. Italia ganó 1-0, con un gol en propia puerta de Pedro Vallana en los últimos minutos. Según la crónica publicada el 27 de mayo por Diario LA RIOJA, el árbitro francés se mostró «parcial y poco caballeroso». «Todos los que vieron el partido reconocieron la existencia de una artimaña para eliminar a España a las primeras de cambio», advierte con gran enojo el cronista.
Según recordará años después en 'Las sacas', su escalofriante relato de la represión franquista en el verano de 1936, Escobal guardó buen recuerdo de aquel viaje y de sus compañeros de selección. Solo admite que se llevaba mal con uno de ellos, el futbolista del Athletic Chomin Acedo, que le parecía «insincero y fanfarrón». Años después, durante la Guerra Civil, Acedo dirigió los pelotones fascistas de ejecución en Haro.
A su regreso de París, Escobal vivió otro momento deportivo de gran emoción. El RealMadrid accedió a que jugase por un día con el Club Deportivo Logroño para participar en el partido inaugural del estadio Las Gaunas, el 15 de junio, frente a los francés de La Vie au Grand Air. El primer gol de la victoria riojana (3-0) lo anotó Ramón Castroviejo, el célebre oftalmólogo con cuya hermana, Teresa, acabaría casándoseaños después Perico Escobal.
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Durante los años 20, Escobal, al que apodaban 'El Fakir', formó con Quesada una línea defensiva casi inexpugnable en el Real Madrid. Su foto salía en las revistas y las damas se lo rifaban. Luego, 1929, cuando comenzó el Campeonato Nacional de Liga, se marchó al Racing Club de la capital, en Segunda División, no se sabe muy bien por qué. Quizá porque la exigencia era menor y así podía concluir sus estudios de Ingeniería. Aunque regresó por un último año al Real Madrid, acabó su vida deportiva en casa, en el Club Deportivo Logroño. Entró a trabajar como ingeniero para el Ayuntamiento hasta que se produjo el golpe franquista y estalló la Guerra Civil.
A Escobal, afiliado a Izquierda Republicana –dicen que fue Bernabéu quien lo introdujo en el partido–, lo metieron en la cárcel a las primeras de cambio y lo torturaron. Esquivó la muerte en varias ocasiones.Probablemente por intercesión de la familia Castroviejo, acabaron soltándolo, con la espalda destrozada. Con su mujer y su hijo recién nacido, se marchó a Estados Unidos. En Nueva York, sin saber el idioma pero con el apoyo de su familia política, empezó a buscarse la vida y estuvo durante un tiempo vendiendo electrodomésticos. En 1968 publicó 'Las sacas', el relato –descarnado, sobrio, terrible– de su recorrido por las cárceles franquistas de Logroño. Originalmente publicado en inglés ('Reath row'), se trata de uno de los grandes títulos de la literatura del exilio, recientemente reeditado por Pepitas de Calabaza.
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El primer olímpico riojano murió en Manhattan casi centenario. Pese a algunos intentos recientes, nada en su ciudad recuerda a este hombre de asombrosa biografía, que acabó trabajando como ingeniero para el ayuntamiento neoyorquino y dirigiendo el alumbrado del barrio de Queens. Ni una plaza ni una placa ni un polideportivo ni una miserable bocacalle.
Los Juegos Olímpicos en los que brilló Javier Adarraga
En los Juegos Olímpicos de París 1924 destacó otra figura muy vinculada con La Rioja. La pelota fue deporte de exhibición en aquella cita parisina y el deportista guipuzcoano Javier Adarraga Gorrochategui (Hernani, 1891) se alzó con la medalla de oro en pala corta. Adarraga, ingeniero industrial, se casó con la logroñesa Matilde Rezola, hija del dueño de la empresa Marrodán y Rezola, y se afincó en Logroño. Fue fundador de la Federación Riojana de Pelota. El frontón Adarraga, inaugurado en 1964, poco después de su muerte, lleva su nombre.
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