Zinio, la bodega de todo un pueblo

Las antiguas bodegas Patrocinio dieron paso a Zinio, se adoptó la cigüeña como signo de identidad (las habitantes de Uruñuela son conocidos como 'cigüeñeros) y marcas como Señorío de Uñuela dejaron paso a referencias como Zinio o Lágrimas de María que se embotellan con vistosas etiquetas que ahora se pueden encontrar en mercados tan diversos como el mexicano o el australiano, entre otros muchos.

En la bodega riojalteña –donde el 80% de la plantilla son mujeres ocupando desde puestos directivos a almacenistas– la calidad se impone a la cantidad. Pese a contar con 450 hectáreas de viñedo propio (no se compra uva de fuera, sino que si llega el caso, se vende) y recoger cada año 3 millones de kilos de uva, el precio del fruto viene dado por unos baremos de calidad, por lo que cada agricultor cuida escrupulosamente por alcanzar los máximos estándares de calidad.

Mientras la uva inicia su camino en la bodega desde la tolva (los primeros racimos de tempranillo blanco ya han comenzado a llegar a la bodega), el visitante comienza el recorrido desde una coqueta sala en la que le recibe una breve proyección audiovisual que a través de los representantes de tres generaciones muestran lo que es Bodegas Zinio y los vientos de cambio que soplan.

Después, recorren el pasillo de los aromas, donde pueden percibir, de forma aislada, las diferentes fragancias que luego –de modo más complejo– descubrirán en la copa.

También observarán las duelas de madera que forman las barricas (de roble francés o americano) y que verán al seguir el proceso vital del vino.

Pero al final del pasillo les esperan los 125 imponentes depósitos de acero inoxidable de 50.000 litros de capacidad cada uno de ellos (Zinio elabora unos 2.6 millones de litros de vino cada año).

Además, todavía quedan algunos de los depósitos de hormigón que se utilizaron inicialmente en la elaboración de los vinos.

Todo el proceso está digitalizado y desde diferentes paneles y la 'sala de control', los técnicos vigilan la temperatura de todos ellos para que la fermentación.

La bodega –que dispone de mucho más espacio para depósitos que para barricas «porque al principio, se pensaba en vender el vino y no comercializarlo, directamente», afirman– separa la zona de depósitos de blancos y rosados, y otra para los tintos (crianzas y reservas).

Incluso un pequeño espacio, con unos depósitos mucho más reducidos, se reserva para el Proyecto Terroir desarrollado junto a la Universidad de La Rioja, que permitió estudiar dónde se obtienen las uvas de mayor calidad en cada parcela y que mereció un premio de carácter nacional.

La siguiente estancia por la que avanza el visitante es por el área donde reposan parte de las 3.600 barricas de roble en las que envejece el vino de Zinio. La bodega opta principalmente por el roble americano para adaptarse así mejor a las demandas del mercado. Esa madera preserva (e incluso refuerza) la identidad de la fruta mientras que el roble francés hace una mayor aportación que 'desnaturaliza' el carácter propio de las diferentes variedades de uva.

El proceso de transformación de la uva en vino alcanza su máxima expresión en la botella donde se guardan las diferentes referencias de Zinio. Actualmente la bodega ofrece una amplia variedad de registros que se pueden ver y adquirir en la acogedora tienda que recibe al visitante en su entrada a la instalación y que van desde la gama Terroir de Zinio (que se obtiene sólo de 72 de las 450 ha de viñedo de la que dispone la bodega) a las Lágrimas de María (el nombre homenajea a la antigua enóloga de la cooperativa María Martínez) pasando por la colección Street Art Collection –con vistosas etiquetas– que entronca con un proyecto de Responsabilidad Social Corporativa y que ha llevado a ayudar a mejorar las fachadas de viviendas de Uruñuela.