Higos, dulce pero de corta duración

Los higos verdes, morados, negros... se distinguen por su textura, jugosidad y sabor (los verdes son los más dulces y de piel más fina) pero nutricionalmente no existen diferencias entre ellos.

El higo fresco aporta unas 70 kcal por cada 100 g de producto fresco comestible. Es, por tanto, una fruta algo más calórica que otras y este es el motivo por el que a veces se demoniza su consumo, pero no hay por qué temer a su contenido energético; que sea de las frutas más calóricas no lo hace un alimento poco saludable, todo lo contrario, se puede consumir sin miedo.

Lo mismo ocurre si atendemos a su contenido en azúcares o hidratos de carbono. Sí, es cierto que es alto en comparación con otras frutas, pero ni es insano, ni engordan ni el tipo de azúcares (naturales) son perjudiciales.

Aportan 2,5g de fibra por 100g de producto, algo más del doble que otras frutas de verano como el melón, por lo que es un alimento recomendable en caso de estreñimiento, y esta fibra le proporciona un poder saciante, que hace que con poca cantidad se sienta saciedad y por tanto, no abusar de esas calorías tan temibles.

Es una buena fuente de calcio, además de magnesio, que ayuda a fijar este calcio en los huesos, pero su mineral más abundante es el potasio, que controla los niveles de tensión arterial y las contracciones musculares, por lo que el higo es una excelente fruta para reponer durante o tras el ejercicio físico.

Al contener vitamina B6, podemos decir que ayuda a reforzar el sistema inmunitario, así que es una opción recomendable en el desayuno de los más pequeños antes del cole, y no otros productos que se supone favorecen pero con azucares añadidos y no naturales.

Es preferible comer los higos frescos. Aunque su versión seca va a aportar todos los nutrientes anteriores en una concentración mayor, la versión fresca de los vegetales es mucho más saludable, por su contenido en agua.

Ingredientes para dos personas

6 higos frescos

3 lonchas de jamón ibérico

30g de queso feta

1 puñado de rúcula

25g pistachos

1 chorrito de crema de balsámico o vinagre de Módena

½ limón

Elaboración

Se pelan los higos, dejando solo la parte carnosa, sin la piel blanca. Se extienden sobre papel film y se tapan con otra capa de film. Con la ayuda de un rodillo de cocina, se extienden de manera uniforme y se meten en el congelador durante un par de horas.

Una vez congelado, se corta con la forma deseada, se coloca cuidadosamente en un plato o bandeja y se van añadiendo el resto de los ingredientes, el jamón troceado, el queso desmenuzado y los pistachos picados.

Finalmente se puede aliñar con la crema y un chorrito de limón o un poco ralladura de limón.

Es un plato que sorprende