Con los siete sentidos

«Veinticuatro/siete»

Jueves, 7 de agosto 2025, 11:16

No, querido lector, no es el resultado de ningún partido de fútbol o cualquier otro deporte, tampoco un precio en rebajas o el anuncio de ... la actividad o servicios de algún establecimiento. Aunque si nos fijamos, sí es el resultado de nuestra actividad en un periodo vacacional.

Publicidad

Durante al menos siete días (pueden ser más), las ansiadas vacaciones para desconectar del trabajo, de problemas o preocupaciones llegan disolviendo nuestra rutina.

Para algunos va a ser un periodo de total relax: un crucero, un viaje exótico, amigos, quedarse en casa disfrutando de hobis y libros,.... Para otro buen número de personas, las vacaciones suponen convivir siete días a la semana durante veinticuatro horas con la pareja, con los hijos, con la familia.

En esos días debemos cambiar las tareas que cada miembro lleva por caminos individuales por ocupaciones más familiares. Pero, como dijo Henry Ford: «Estar ocupado no es suficiente; las hormigas están ocupadas. La pregunta es: «¿En qué estamos ocupados?». Esa es la cuestión, compartir los momentos y mantener un equilibrio entre lo común y lo individual.

Bien que la adaptación al veinticuatro/siete pueda comenzar con algún ataque de nervios (incluso de pánico), es una oportunidad estupenda para reforzar lazos familiares y descubrir las muchas habilidades, emociones y creatividad de cada hijo y de nuestra pareja que pasan desapercibidas en las prisas de lo cotidiano. Claro que, sin concretar acciones, en poco nos vale el discurso.

Publicidad

Así que pongamos en marcha nuestra creatividad, nuestro sentido común y nuestra paciencia. Respiremos profundo. No idealicemos este tiempo sin trabajo rutinario y busquemos objetivos comunes que se adapten a las posibilidades propias y de nuestra familia. Especialmente con niños, es importante mantener ciertas rutinas como la alimentación equilibrada, los periodos de descanso, las actividades al aire libre, los juegos de preguntas, adivinanzas, chistes o la regulación de las pantallas. Igual de importante es no olvidar que, si bien son periodos más flexibles, hay límites, líneas rojas que marcamos en la dinámica familiar, individual o social, que no deben traspasarse.

Sazonemos con conversaciones ligeras y con las vitales (las que destapan nubarrones y soles); las lecturas; las muestras de confianza; la delegación de responsabilidades; los pequeños detalles y el respeto a los tiempos individuales.

Publicidad

A todo ello, añádase el consenso para algunas decisiones, el buen humor y el ingenio (hasta los más pequeños del núcleo familiar, además de necesidades concretas, tienen buenas ocurrencias que deben ser consideradas). Como indicó Thomas Edison: «El genio es un uno por ciento de inspiración y un noventa y nueve por ciento de transpiración». Lo mismo ocurre con la convivencia familiar: requiere de expectativas reales, esfuerzo, sentido común, mucha paciencia y mucho cariño. Los recuerdos y lazos que de estos momentos en común creamos son únicos, valiosos y nos hacen crecer y mejorar tanto a los adultos como a los chiquillos.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

¡Oferta especial!

Publicidad