Con los siete sentidos

Galeano, la imaginación y «ohana»

Jueves, 15 de mayo 2025, 10:16

He recordado estos días el microrrelato 'Celebración de la fantasía' de Eduardo Galeano que aparece en su obra 'El libro de los abrazos' (1989). Comienza ... así: «Fue a la entrada del pueblo de Ollantaytambo, cerca de Cuzco. Yo me había despedido de un grupo de turistas y estaba solo, mirando de lejos las ruinas de piedra, cuando un niño del lugar, enclenque, haraposo, se acercó a pedirme que le regalara una lapicera». La historia continúa diciendo que él no podía darle el lápiz porque lo necesitaba. A cambio se ofreció a pintarle al niño un cerdito en la mano. Inmediatamente se corrió la voz entre los chiquillos y tuvo una fila de mozalbetes pidiéndole que dibujara «bichos en sus manitas cuarteadas de mugre y frío, pieles de cuero quemado... ». Las peticiones fueron muy variadas: un loro, un cóndor, una serpiente, un fantasma... En medio de ese barullo, «un desamparadito» le mostró un reloj dibujado en su muñeca, añadiendo que se lo había mandado un tío suyo de Lima. El breve diálogo que entre el «desamparadito» y el hombre se estableció, y que constituye el fin del microrrelato, fue el siguiente:

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—¿Y anda bien? —le pregunté. —Atrasa un poco —reconoció.

Este relato y, por supuesto, muchos acontecimientos del día a día me hacen cuestionarme si realmente los adultos nos damos cuenta de la influencia que ejercemos sobre los niños, positiva o negativamente, y de por qué no la aprovechamos para ayudarles a crecer emocional y socialmente. Lo cual me lleva a las raíces del aprender: la familia y la sociedad, incluidos los centros educativos.

Me referiré hoy a la familia, puesto que el 15 de mayo se celebra no solo San Isidro y la fiesta grande para las poblaciones rurales, sino también otros días internacionales como el de la familia.

Hoy, que el concepto familia es plural y no se reduce a un patrón fijo y heredado, encontramos que son lazos emocionales, de cuidado, de protección y amor que pueden o no tener que ver con la propia sangre.

En ese ámbito tan íntimo, tan reducido, a veces, por número, es donde crece un mundo casi infinito de posibilidades que abarcan todos los ámbitos de la persona, incluida la imaginación. Gracias a la imaginación, a la pausa, a la conciencia de lo positivo que unos por otros podemos hacer, crecen vínculos sanos, personas sanas y sociedades sanas.

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No hay un día para la familia; hay familias cada día que luchan contra la adversidad o no, que buscan su pan o lo tienen, que se desgajan o se juntan, pero en ese germen primero crecemos y crece el presente y el futuro.

Así que, comenzando por pequeñas cosas, recomendaré para ver juntos en familia esa deliciosa película de Lilo y Stitch donde la palabra hawaiana «ohana» significa familia, familia que nunca te abandona ni te olvida.

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