Mariano Jabonero | Secretario general de la Organización de Estados Iberoamericanos
«La lengua es un elemento de cohesión y de pertenencia en Iberoamérica»El dirigente de la OEI recuerda el «éxito rotundo» del español y su valor en la creación de un «sentimiento de ciudadanía» en la América Latina
La Organización de Estados Iberoamericanos, OEI, lleva casi 75 años intentando imposibles: que los países de la América Latina se unan en un proyecto común, ... con objetivos únicos y muchos programas distintos en toda la región. Su secretario general, el español Mariano Jabonero (San Martín de Valdeiglesias, Madrid, 1953) participa esta semana en Logroño en Futuro en Español, disertando el jueves sobre algo que él ve en primera mano como poca gente: el valor de esta lengua como una infraestructura clave para el desarrollo.
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– Educación, ciencia, cultura, lengua, derechos humanos. Son las cinco 'piernas' de la OEI ¿Cómo se defienden en un momento que es, aunque sea un tópico, tan convulso?
– Convulso, sí, y crispado. Hay mucho ruido y mucha desunión. La OEI trabaja en todas esas cosas que hacen que un pueblo viva más fácilmente, que unen y provocan cohesión. Nació, a la vez que la Unesco, en 1949, quizá impulsada por la mala conciencia tras la segunda Guerra Mundial, y no ha parado de crecer en este trabajo de unión. Discúlpeme una referencia personal: cuando me reeligieron secretario general, votaron en el mismo sentido 93 países de toda la región...
«La región ha dejado ya de ser parte del problema del mundo, y se ha convertido en parte de la solución»
– Lo cual entra en el terreno de lo milagroso.
– Sí, sí. Todos unidos en un mismo sentido, incluso países tan dispares como Nicaragua y Brasil, donde entonces estaba Bolsonaro. Pero la OEI intenta ser un ámbito de unión casi balsámico.
– ¿Y cómo consiguen imponer esa agenda cultural y educativa frente a la urgencia constante de otras necesidades, de las «cosas del comer»?
– En los últimos tiempos es evidente que estamos sufriendo de fatiga democrática, de pérdida de confianza en las instituciones democráticas, que se da sobre todo cuando los gobiernos legítimamente democráticos no han dado los servicios que necesita la gente: la salud, la educación, la seguridad. Si no se les da, acaba llegando el populismo, que promete soluciones sencillas a los problemas complejos. Y no, los problemas complejos necesitan enfoques complejos.
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– Con esos problemas, se multiplican los bloques y los ultranacionalismos. ¿Cómo se puede seguir argumentando por la cooperación internacional en estos días?
–Porque lo contrario es una lectura muy a corto plazo. La pandemia nos hizo mucho daño en Iberoamérica, pero demostró que solo la cooperación y solo las soluciones compartidas tienen éxito. Cooperación en todos los sentidos, y también en el comercio.
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– Abundando en ello, Iberoamérica vive un extraño momento en el que cada cambio electoral parece un cambio de régimen, mientras la violencia crece en muchos países.
– La violencia está muy establecida en Iberoamérica, y también la violencia política de todo tipo. Es ya un factor casi ambiental. Y también hay que hablar, de nuevo, de fatiga democrática. La democracia tiene que ver con el bienestar y con la igualdad, sin igualdad no hay libertad. Según el último barómetro iberoamericano, solo hay dos países en los que más del 50% de la ciudadanía confíe en sus instituciones democráticas, Uruguay y el Salvador. Y eso es un problema grave. En esos cambios la OEI facilita las transiciones, muchos gobiernos crean programas de políticas sociales que se apoyan en la OEI para tener continuidad con otros gobiernos. Ahí hacemos un papel de bisagra.
«Sólo en dos países de Iberoamérica hay más del 50% de la población que confíe en sus instituciones. Y eso es un grave problema»
– Viene usted a la capital de La Rioja para participar en Futuro en Español, que lleva años empeñado en resaltar el valor de la lengua en todos los ámbitos, incluso el económico. Supongo que desde su atalaya es más fácil ver ese valor.
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– La razón de ser de la OEI es la lengua. Es un elemento de cohesión y de sentimiento de pertenencia. Siempre hablamos de que en Iberoamérica hay un sentimiento de ciudadanía, y para ello la lengua es fundamental. Uno está en una cola en París, y oye hablar detrás en español con acento colombiano, peruano o el que sea y vuelve la cabeza y piensa de alguna manera: «Ahí hay uno de los míos». Y hay que tener en cuenta que la apuesta pluricéntrica del español con la importancia de todas las academias ha sido muy importante.
– Hace unas décadas, no demasiadas, había quien pronosticaba la disgregación del español en idiomas ininteligibles entre sí. Ahora oigo a mi hijo usar giros mexicanos por lo que ve en Youtube. ¿Las nuevas tecnologías han unido al español?
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– Han sido uno de los factores del éxito del español. Fíjese, el país donde hay más hablantes de español es México; el segundo, Estados Unidos; el tercero, Colombia; y el cuarto, España, con alrededor del 8% de los hablantes. La propagación del idioma desde España ha sido pues un éxito rotundo. Hay 850 millones de personas que hablan español o portugués, es la comunidad bilingüe más grande del mundo. El español es la segunda lengua en internet, y el portugués la cuarta. Portugal, por ejemplo, es consciente de ser un país pequeño, pero grande por la lengua.
– En España es constante el debate entre unidad y diversidad, algo político, pero con un evidente trasunto lingüístico. ¿Deberíamos fijarnos en Iberoamérica, con dos lenguas principales y cientos de otras propias?
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– La convivencia entre español y portugués es la mejor posible. Aquí, por ejemplo, todo se edita en esos dos idiomas, pero no hay nunca traducción simultánea. Todo el mundo habla en su lengua materna, y asumimos que nos entendemos. Y en Latinoamérica hay casi 1.000 lenguas propias. Pero la lengua es el único factor que en la zona no provoca tensiones. Hay países como Paraguay, con dos lenguas oficiales, que conviven perfectamente.
– Un mundo convulso y crispado, hablábamos al principio. ¿Le puedo pedir un poco de optimismo, sobre todo viendo cómo ha cambiado Iberoamérica en las últimas décadas?
– Si uno que trabaja en esto no es optimista, que lo deje. Este no es lugar para pesimistas. Ahora estamos celebrando el 40 aniversario de la democracia argentina. La dictadura militar de ese país convivía entonces con muchas otras dictaduras. Y ahora no hay ninguna de ese tipo. Hay regímenes autoritarios, cierto, y democracias imperfectas, pero la gente vota. Latinoamérica ya no es parte del problema, sino parte de la solución. No hay otra zona así en el mundo sin guerras ni conflictos fronterizos, no hay ningún Kosovo. Además, la región cuenta con los recursos suficientes para satisfacer muchas necesidades del mundo: económicas, energéticas... Lo repito: Iberoamérica forma parte del futuro del mundo, aunque hay transiciones pendientes: la ecológica, la digital y la de la justicia social.
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