Isabel San Sebastián | Escritora y periodista

«Es un disparate absoluto pensar que nos habría ido mejor sin la Reconquista»

– En 'La dueña' se remonta a un momento de nuestra historia poco conocido por el gran público. ¿Diría también que poco reconocido por lo que supuso en la formación de la España actual?

– No hay duda. Es una época cada vez más desconocida, más ignorada y denostada; es decir, cada vez va cundiendo más la opinión de que a España le habría ido mejor sin la Reconquista, si hubiéramos seguido siendo musulmanes, cosa que es un disparate absoluto. No hay más que ver cómo está hoy el norte de África y cómo están España y Europa. Cada vez más se juzgan hechos acaecidos hace más de mil años con mentalidad actual y se siembra muchísima confusión, cuando en realidad aquella fue una época en la que se escribió el destino de lo que hoy es España, es decir, nuestra inclusión o reincorporación al mundo romanizado, al mundo occidental que hoy es el mundo libre y democrático.

– La Reconquista estuvo marcada por la división y el enfrentamiento entre territorios. ¿Aleccionador para la España actual?

– Sin duda alguna hay una lección en la historia que nos empeñamos en no aprender y es que la unión nos fortalece y la división nos hace débiles, eso es algo inapelable que ha ocurrido a lo largo de la historia y que ocurre tanto en el bando cristiano como en el musulmán. Las luchas fratricidas entre navarros, leoneses, castellanos... debilitaron enormemente a los cristianos, y la caída del Califato y el advenimiento de las taifas debilitaron enormemente a los musulmanes. Conociendo mejor esa historia quizá podríamos aprender algo para la España actual, pero como somos tan soberbios no aprendemos nada de los errores pasados.

– ¿Qué otras lecciones se pueden extraer de su relato?

– Otra lección importante, y que tampoco aprendemos, es que la paz que se compra a base de tributos nunca es duradera; no puedes amansar al tigre alimentándolo. Los tributos han cambiado, ya no se entregan doncellas, oro o plata, pero sí concesiones políticas que tampoco sirven para nada más que para alimentar a la fiera. Es una lección muy importante.

– Y muy actual.

– Sí. La historia se repite inexorablemente, cambian las formas, los nombres... pero la esencia es la misma y en mis novelas hablo de principios y también de emociones, porque las emociones y pasiones no han cambiado nada. En 'La dueña' la protagonista es una abuela que adora a su nieto, como yo adoro al mío. Han cambiado las formas de educar y lo que se entiende que son los roles masculino y femenino, pero no las emociones. Y, por cierto, las mujeres en los siglos X y XI no estaban en casa con la pata quebrada y sometidas al yugo del varón como parecen pensar ahora algunas, desde luego no en la España cristiana.

– ¿Trata de reivindicar a través de Auriola el protagonismo de las mujeres en la historia?

– Por supuesto, pero no porque esté aplicando una mentalidad feminista extemporánea en la Alta Edad Media, sino porque la herencia matriarcal en la cornisa cantábrica estaba muy presente en las mujeres de los siglos X, XI y XII. La reina Toda de Navarra, Sancha de León, Urraca o las reinas astures tuvieron poder, lo ejercieron y lo reivindicaron porque eran tributarias de esa herencia.

– ¿Lo cree equiparable al feminismo actual?

– El feminismo contemporáneo consistía en reivindicar igualdad de derechos y oportunidades, y eso lo suscribo. Pero si el feminismo consiste en dar por supuesto que los hombres odian a las mujeres y debemos considerarlos nuestros enemigos y potenciales asesinos, pues no. El feminismo de mis novelas no tiene que ver con el de ahora sino con una herencia matriarcal y con una situación de guerra permanente, donde los maridos o estaban muertos o combatiendo y quienes tuvieron que sacar adelante a sus familias y sus posesiones fueron ellas.

– El paisaje 'La dueña' es de tierras fronterizas, cerca de Zamora.

– Pero también aparecen paisajes riojanos o castellanos lindantes con La Rioja, que fue territorio fronterizo. En un flashback menciono la batalla de Clavijo, que nunca existió pero existieron muchas batallas cercanas.

– Dice que Auriola tiene mucho de usted y, sobre todo, de su madre.

– Físicamente es mi madre, una mujer fuerte, alta, de ojos muy azules y de gran contundencia. De mí tiene la responsabilidad, el amor incondicional a su nieto y la determinación de afrontar los problemas y resolverlos.

– ¿De qué es 'la dueña' Isabel San Sebastián?

– De mi destino, de mis arrugas. He llegado a una edad, 64 años, en la que me miro al espejo y veo a la persona que me propuse ser, así que soy la dueña de mi vida, del destino que he alcanzado y de mis actos; soy libre.

– Esta novela termina con Alfonso VI muriendo y nombrando reina a su hija Urraca. No dudo de que la historia continuará, ¿pero lo hará con la saga familiar de Auriola?

– También. Estoy con Urraca, un personaje fascinante, y con una hija de Diego (nieto de Auriola), que será quien siga esta historia. Además, en esta novela se ha unido la saga de Tiago y Mencía (protagonistas de su obra 'Las campanas de Santiago') con la de Alana de Coaña ('La peregrina'). Se han unido las dos estirpes y continuarán juntas hasta Granada.

– ¿Cuántas entregas restan hasta llegar a Granada?

– Probablemente tres, son muchos siglos y batallas.