Festival Holika | Calahorra
24 camerinos y un festín de chuches, en el 'backstage'Rosa Burgos está al tanto de cada detalle para acomodar a los artistas en la parte de atrás del escenario
Detrás de los focos, los altavoces y las pantallas surge el Holika que no se ve. El 'festival del backstage', al que llegan los ... artistas en furgonetas por un camino paralelo al río Cidacos, y en el que coinciden trabajadores, músicos, invitados, montadores, técnicos de sonido, personal de seguridad...
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La parte de atrás del Empire, el escenario principal de Holika, es un festín de chuches. Pero no son simples chucherías colocadas en boles o platos. Cada una está envuelta en cajas decoradas o bolsitas con lazos. Rosa Burgos, propietaria del festival, se encarga de estos y otros muchos detalles, con los que hace del 'backstage' un lugar con encanto dentro de las dificultades que entraña el tener que habilitar camerinos para artistas nacionales e internacionales en un entorno natural como es el parque del Cidacos. «Te prometo que suelen desaparecer todas las chuches», dice entre risas Rosa, que cuenta con el apoyo de Marta para «hacer sentir a cada artista como en casa».
El festival cuenta con 12 camerinos para el primer escenario principal; seis para el secundario y otros seis en el tercero de los principales. «Los artistas se van rotando de uno a uno, según el horario que tenga del concierto», explica Marta desde la estancia preparada ayer para Dimitri Vegas, con sillones, baño propio, ventana, nevera, aire acondicionado y una mesa con dulces, cepillos de dientes y toallas en forma de oso. «También, tenemos camerinos para nuestra producción, para sonido, luces...», añade.
«Una vez tuvimos que ir a Bilbao a por una botella de agua concreta porque no había en ningún otro sitio»
«Con mucho amor»
A los artistas, como en todos los festivales y conciertos, se les ofrece aquello que han acordado previamente con la organización. Pero «te pueden pedir desde una botella de agua exclusiva hasta que a las ocho de la tarde le lleves una tarta de cumpleaños», cuenta Marta. «Una vez tuvimos que ir a Bilbao a por una botella de agua concreta, porque no había en ningún otro sitio», interviene Rosa. Anécdotas tiene a miles, pero si algo le gusta destacar es que «detrás de este festival hay mucho amor, y sobre todo de gente que nos arropa días tras día».
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