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El director y concertista Diego Naser.
Una batuta para cambiar la forma de pensar

Una batuta para cambiar la forma de pensar

El director y concertista uruguayo, que imparte un taller y una charla en el Conservatorio, reivindica «el poder transformador del arte»

Jonás Sáinz

Martes, 3 de mayo 2016, 00:59

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Una batuta internacional dirige hoy la clase en el Conservatorio Profesional de Música de La Rioja. El director de orquesta uruguayo Diego Naser se pone al frente de la Sinfónica de La Rioja para ofrecer una con formato de ensayo abierto a partir de los cinco números de la Suite nº 1 'Carmen', de Bizet. El acto es para todos los públicos (en el Conservatorio Profesional de Música, de 18.30 a 20.30 h.) y tendrá continuidad con una conferencia (20.45 h.) sobre 'Las orquestas jóvenes y su impacto social'. Una gran ocasión para músicos y para cualquiera dispuesto a escuchar y aprender de forma diferente. Como afirma Naser, «el arte no solamente es la expresión de un individuo, sino que en su conjunto refleja también la expresión de una sociedad y de un país. Un país que exporta cultura es un país que importa el interés del resto».

El también concertista de violín y viola, que ayer viajaba de Austria hacia Logroño, despuntó muy joven en su país natal como instrumentista y continuó sus estudios en Europa. «Estudio es lo que más necesitas para ser músico -sostiene-. Estudio y disciplina. Obviamente, también hace falta talento y condiciones naturales, pero eso se puede trabajar».

Pero hay algo más que Naser considera vital en la formación y que echa en falta: «También es necesario disfrutar de lo que estás haciendo. En la manera tradicional de enseñar música, en la que yo me eduqué, se da mucha importancia al trabajo arduo, que es fundamental, y eso echa para atrás a mucha gente, cuando también es necesaria la diversión. Eso hay que modificarlo y buscar nuevas formas de educación más divertidas para que pasen a través del alumno, que jueguen con lo que él lleva dentro para que la gente también pueda enfrentarse a esto con un poquito menos de temor o de respeto».

Actualmente Naser tiene una intensa actividad como director. «La dirección orquestal -explica- es el arte de congeniar con músicos y ser el punto que equilibra los sentimientos y las pasiones de cada elemento de la orquesta y el que tiene la responsabilidad de que todos los músicos en su conjunto logren un producto único que los una, los hermane y logre una expresión conjunta».

Pero también esto lo afronta de manera especial. Aunque reconoce que «la orquesta no es una democracia», que «funciona más como una monarquía donde se hace lo que el director manda y se ejecuta a través de un solista»; aunque «es una estructura piramidal muy jerarquizada», él cree «que una orquesta también debe funcionar como una familia, una estructura interdependiente donde no funciona uno sin el otro».

Una familia como la West Eastern Divan Orchestra, a la que él pertenece, la orquesta-taller fundada en 1999 con espíritu de concordia por el músico Daniel Baremboin y el filósofo Edward Said con músicos israelíes y palestinos, entre otros. «Baremboin -dice Naser- es el maestro más emblemático del siglo XX porque es el único que ha llevado su capacidad instrumentista y concertista, así como la dirección, al máximo nivel. Y es una persona que se compromete políticamente y que realmente ha logrado modificar cosas».

Él mismo asume un alto grado de compromiso: «El arte -sentencia- no debe ser una profesión sino una vocación. A lo largo de la historia de la humanidad el arte ha sido siempre catalizador de tranformaciones sociales, nuevas ideas, crisis... Porque el arte es una responsabilidad: saberse con la responsabilidad de que uno está transformando cosas».

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