El escenario de Holika y Gran Reserva viajará por mar a Miami en ocho contenedores

Gran Reserva, con Luis Fonsi, Paulina Rubio, Cali y El Dandee y Carlos Baute como cabezas de cartel, será el primero de los dos eventos en celebrarse entre el 1 y el 2 de marzo de 2025. Una semana después, entre los días 8 y 9 Holika cumplirá su 'sueño americano', con Jhayco, Jandel, Alexis y Fido , María Becerra y Saiko como artistas principales.

A algo más de tres meses del estreno en la nave desde la que la productora Burcor opera en Calahorra, en la calle de la Hoya, se trabaja estos días en la preparación del imponente escenario romano que marcó la edición de este verano de ambos eventos. «Queremos llevarlo entero», dice Juan Odín, jefe de producción, al explicar que para ello se necesitan ocho contenedores y fraccionar piezas.

No queda otra ante un escenario de 50 metros de ancho y 25 de altura con frisos, columnas y estatuas. «Las piezas grandes de vidrio habrá que partirlas de los muros de vidrio, que son de 12 metros por 2,60 de alto y no entran en los contenedores», precisa. «Ahora estamos preparando cómo hacer los cortes para después empalmarlo todo bien y ue visualmente no se note», añadía.

El próximo 10 de diciembre partirán los ocho contenedores con el escenario al puerto de Bilbao desde donde se embarcarán en un viaje de más de un mes hasta Miami. Después, a finales de abril, el viaje será a la inversa de regreso a Calahorra. Pero hasta entonces, en estas últimas semanas, hay que «preparar el material, repararlo de como quedó de la última recogida para que vaya lo más perfecto posible; y adecuar los contenedores con barras móviles y espacios seguros para que pueda viajar sufriendo lo menos posible», señala Juan Odín sin pasar por alto que también «hay que cambiar las letras de Calahorra por las de Miami».

Para los preparativos del traslado se cuenta además con personal de la empresa valenciana Valua, especializada en tematización de espacios, y que es quien firma el escenario. «Hay faena», sostiene Iván Santana, artista fallero, para asegurar después que se trabaja artesanalmente al igual que con las fallas, pero con materiales para que «no se queme».

«Que los americanos lo flipen», expresa Juan Odín sobre su deseo con el montaje. «Es que es tener un templo romano en una ciudad que no ha visto nada parecido de cerca nunca», sostiene.