Un grupo de kenianos sigue en Kisumu la toma de posesión de Obama. / AFP
MUNDO

Una tía keniana de Obama reclama asilo político en EE UU

M. G.

Viernes, 3 de abril 2009, 02:39

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La llamaba 'Tita Zeituni' y fue el único miembro de su extensa y compleja familia africana que, junto a su hermanastra Auma, fue a recibirlo al aeropuerto de Nairobi en el año 1988. Ella era programadora informática y él un joven despistado que buscaba sus raíces. Ahora él es el presidente de Estados Unidos y ella una emigrante ilegal que solicita asilo político.

No parece que ambos tengan relación alguna, y eso ofende a sectores de dispares intereses. Cuando el martes un juez otorgó a Zeituni Onyango de plazo hasta el año próximo para preparar de nuevo su petición de asilo, las organizaciones antiinmigrantes entraron en cólera, al considerar que se le da un trato preferente.

A la mujer de 56 años, que apenas puede caminar sobre un bastón, se le denegó el asilo en 2004, pero permaneció ilegalmente en un piso de protección oficial de Boston hasta que la prensa la descubrió el verano pasado, en vísperas electorales.

Obama tuvo que ordenar, por esta situación, que se le devolvieran las pequeñas cantidades que había donado a su campaña y desde entonces ha mantenido distancia con esta media tía -hermanastra de su padre- que le presentó a su extensa familia keniata hace veinte años.

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«Cuida bien de Barry (diminutivo de Barack)», sermoneó Zeituni a Auna cuando dejó al ahora presidente norteamericano en manos de esta medio hermana -el padre de Obama se casó cuatro veces y tuvo otros siete hijos, además de Auna, la única niña-. «¡No dejes que se vuelva a perder!», le advirtió insistentemente la tía. Pero, aparentemente, lo hizo. Porque, para cuando el caso de Onyango salió finalmente a la luz pública, Barack Obama aseguró que ni tan siquiera sabía que su tía viviera en EE UU. Cuando se le pregunta por su situación, se muestra partidario de dejar que el proceso legal corra su curso, lo que a menudo provoca la indignación de quienes le ven como un desagradecido que no se ocupa de su familia.

Las organizaciones que trabajan para hacer cumplir los derechos de los inmigrantes aseguran que el caso de Onyango es de lo más rutinario. Una vez que se reabre un proceso de asilo puede tardar hasta cinco años en resolverse. En su primera petición, alegó para no volver a Kenia la violencia desatada.

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