Un carnicero detiene a un tironero y recupera 2.400 euros
Miguel Ángel Giner socorre a una anciana que fue asaltada en el pasaje de San Antón en plenas fiestas mateas Un carnicero detiene a un tironero y recupera un bolso con 2.400 euros
JAVIER CAMPOS jcampos@diariolarioja.com
Jueves, 29 de septiembre 2011, 16:06
«'¡Al ladrón, al ladrón!', escuché mientras estaba aquí dentro. Abrí la puerta y fue cuando lo vi. Salió corriendo y le corté el paso empujándole contra el escaparate. cuando me quise dar cuenta de que el bolso estaba en el suelo, ya se había dado a la fuga». Miguel Ángel ya ha perdido la cuenta de las veces que ha narrado la historia, la misma que estos días se ha convertido en la 'comidilla' de San Antón y esa que le ha llevado a ser todo un héroe de barrio. Él rehuye de tales méritos: «No me siento ningún héroe, salió así y no hay que darle más vueltas. Luego te paras a pensar y te das cuenta de que tenías más que perder que ganar».
Miguel Ángel Giner atiende campechano tras el mostrador de su carnicería, ubicada en el pasaje de San Antón que comunica la calle del mismo nombre con Vara de Rey, mientras se dispone a contar lo sucedido una vez más. «La clientela se lo sabe al dedillo pues hubo quien llegó a verlo desde la terraza de enfrente», confiesa.
No serían las 10 de la mañana del pasado 23 de septiembre, en plenas fiestas mateas, cuando este carnicero de 49 años y natural de Haro asistió en primera persona a un intento de robo, mediante el procedimiento del tirón, del que apenas unos segundos después ya formaba parte sin tiempo a pensárselo dos veces. Un joven asaltaba a una anciana de 74 años que solo unos minutos antes había retirado una importante cantidad, concretamente 2.400 euros según ha podido saber Diario LA RIOJA, de una entidad bancaria de la zona. «Prácticamente la llevaba a rastras mientras ella se aferraba con fuerza al bolso y pedía socorro», nos explica.
A partir de ahí, lo tantas veces contado. Miguel Ángel salió a la puerta, gritó al asaltante, y en su intento de huida, le interceptó de un golpe provocando su caída al suelo y logrando la recuperación del 'botín'. El joven se daba a la fuga. «Como un relámpago», adjetiva el carnicero. Él, que en los diez años que regenta negocio en el pasaje ha sufrido un par de robos y ha llegado a ver a presuntos delincuentes corriendo al mismo grito de '¡al ladrón, al ladrón!', se convertía sin quererlo en protagonista de una historia que terminaba con el agradecimiento de la mujer y de uno de sus hijos en forma de caja de bombones. «Me besó y me dio las gracias», recuerda.
«Uno no sabe cómo va a reaccionar ante algo así hasta que no se ve envuelto en ello», explica quien se muestra reacio al 'apodo' por el que cariñosamente se le dirige desde entonces parte de la clientela: Robin Hood. Miguel Ángel no se da ni quiere que se le dé más importancia. «Sigo siendo el mismo, alguien poco inteligente tal vez. Si me hubiese agredido, pierdo yo; y si por lo que sea le hubiese agredido yo, también hubiese perdido. ¿Dónde está el beneficio?», dice. Sus amigos le aconsejan que para la próxima vez emplee el sentido común. ¿y su novia? «Que algún día me va a pasar algo por ser tan miserable», ríe.
Roberto, el hijo de la víctima, asegura que ni su madre, Mari Cruz, ni él, con la que se encontraba pasando unos días en Logroño, olvidarán el ejemplo de Miguel Ángel. Solo tienen palabras de agradecimiento. «Uno se siente impotente cuando se entera de que en pleno forcejeo hubo quien estaba viendo a mi madre en el suelo y no hizo nada», concluye para poner en valor la acción del carnicero.