Me las vas a pagar

La empresa cuenta, de momento, con dos empleados, y su volumen de trabajo crece tan deprisa que Carlos Ruiz y sus socios tienen la intención de convertir su sociedad limitada en una franquicia que se extendería por todo el país, siempre con trabajadores de etnia gitana en su plantilla.

La actividad de esta empresa es en apariencia bien sencilla. Alguien harto de esperar el pago de una cantidad que nunca llega se pone en contacto con 'El cobrador gitano'. A continuación «lo primero que hacemos es recoger la documentación que acredite la existencia de esa deuda -comenta Ruiz-. Comprobamos que efectivamente hay un servicio prestado y una cantidad impagada». El segundo paso es «conseguir todos los datos posibles sobre el deudor, para saber, por ejemplo, cuál es la facturación de su empresa, si es que la tiene, y comprobar si es solvente o, por el contrario, no será posible el cobro del impago». A partir de ahí es cuando entran en escena los dos trabajadores de la sociedad.

«Nuestros empleados se ponen en contacto con el deudor, se presentan educadamente, les dicen quiénes son, les explican el importe de la deuda y preguntan si está dispuesto a pagar. Si dice que sí se le indica un número de cuenta, y si dice que no se repite la operación otro día». Los cobradores gitanos, dice Ruiz, «son gente muy cualificada, con un manejo de la oratoria que para mí quisiera». Nunca hay amenazas ni actitudes violentas, asegura el abogado.

De acuerdo con sus datos, desde que nació esta empresa se ha encargado de una media de dos o tres casos a la semana. En el 80% de las ocasiones, el moroso termina abonando la deuda.

¿Por qué únicamente los gitanos pueden formar parte de la plantilla de esta empresa? ¿Qué se persigue con ello? ¿No se está explotando el tópico del gitano como persona inspiradora de recelo o miedo? Ruiz se limita a responder que su empresa «beneficia» a los gitanos. «Estamos haciendo algo positivo por ellos: les estamos dando la oportunidad de un trabajo remunerado». El caso es que la empresa ya está en marcha, y la polémica, quizá, también.