«Con papeles o sin ellos, todos tenemos que comer»
La falta de recursos unida a la casi total desinformación pone a quienes llegan sin contrato en una situación 'límite'
J. CAMPOS
Domingo, 12 de octubre 2008, 14:04
«Cada año por estas fechas se da la misma situación, lo que pasa es que otras veces se han repartido inmediatamente por los pueblos de la región. ¿Qué ha pasado éste? Han acudido por San Mateo con la circunstancia de que la uva aún no estaba madura y, retrasada la vendimia, se han visto obligados a tener que esperar unos días», explica el concejal de Seguridad Ciudadana del Ayuntamiento de Logroño. «Si la recogida hubiese estado en marcha, ni se habría notado», defiende Atilano de la Fuente.
Las explicaciones del edil socialista, quien insiste en que a través de la Policía Local se les está canalizando al servicio municipal de acogida para desviarles a los distintos albergues, no encuentran coartada con el testimonio de los propios afectados. «Si a mí me dicen que hay un sitio para dormir me voy ahora mismo; sin pensarlo», espeta un joven marroquí en un imperfecto castellano mientras aguarda fumando en un banco a que la ciudad duerma para él hacer lo propio en un cajero a mitad de Vara de Rey. Junto a un compañero, también marroquí pero de más edad y padre de familia, lleva varios días en Logroño a la espera de encontrar trabajo y cada mañana se acerca a la estación donde se reúne con otros compatriotas y demás compañeros de fatiga. Accede a contar su historia, pero sin nombres ni fotografías. «Hay mucha gente en la calle. No hay trabajo. No hay dinero. No hay sitio para dormir», asegura entre grandes aspavientos.
El joven, quien explica que sólo puedes permanecer un máximo de dos noches en el albergue, recuerda que el pasado año ya trabajó diez días durante la vendimia riojana. Y llegó sin contrato, advierte.
Sin embargo, en la presente campaña, todo le está saliendo al revés. «Somos muchos», chapurrea con notable esfuerzo. Un intercambio de cigarrillos con su compañero deja entrever una pequeña china de hachís entre sus dedos. «Ahora nos fumamos un cigarrito y a dormir: Sin problemas, sin líos con nada ni con nadie», explica. ¿Un cigarrito de la risa? «No, un cigarrito de la pena», comenta sonámbulo el mayor de la pareja mientras comienza a liarlo. Entre tanto, el joven evoca la casa de su padre en Marruecos, 450 metros cuadrados de tierra y algunas cabezas de ganado. «Mejor que aquí», responde al ser preguntado.
Sólo unos metros más adelante, en la acera de enfrente, un pasaje que se abre en la misma vía acoge a un nutrido grupo de subsaharianos. El color de su piel les delata. En colchones o en el suelo, con sacos de dormir o acurrucados en mantas... toda una legión llegada de nadie sabe donde parece dormir a pierna suelta. Ni el sonido de la cámara fotográfica ni el de los pasos les hace cambiar de postura.
Tres o cuatro cajeros más, todos con el cartel de 'no hay billetes', dan paso a los aledaños de la estación de autobuses, centro neurálgico de las estampas de la vergüenza. Desde allí, no pocos se aventuran a recorrer a pie los kilómetros que separan Logroño de los pueblos limítrofes para probar fortuna. Es la una de la madrugada y se registra tanta actividad como si fuese de día, sólo que en voz baja. Varios de los temporeros 'de nuevo cuño' dan cabezadas -en apariencia plácidamente- sobre los bancos de la terminal.
La conversación con un corrillo de marroquíes -algunos recién llegados y otros con varios días de apreturas a sus espaldas- anima a participar a un joven rumano. Procedente de la vendimia en la zona de El Bierzo, Gheorghe, de 31 años, ya dispone de billete de vuelta a La Coruña, donde vive desde hace años. Cansado de esperar y ante la falta de acogida por parte de Logroño, vuelve a casa. «Me estoy gastando aquí lo que he ganado en Cacabelos (León)», comenta. «Así que, para sufrir, mejor irse», avisa a los improvisados contertulios en un intento de hacerles ver que no lo tendrán nada fácil. ¿Será el problema que venís sin nada, a la aventura? «Con contrato o sin él, todos tenemos que comer», sentencia airado.