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Ana María Tomás
Filóloga y escritora
Lunes, 16 de diciembre 2024
Por fin, la imagen de San Apapucio, patrono de la aldea, se entronizaba en el aparatoso altar de la placita, adornado con enormes florones de tela y de papel pinocho. Y, con ello, todo quedaba listo para dar paso a la gran fiesta y verbena posterior.
Los hombres colocaban con esmero los soportes y los tableros para las largas mesas, mientras los niños, en una perfecta coreografía, extendían manteles de papel blanco, asegurados en las esquinas con piedras para evitar que el viento los hiciera volar, y unos y otros contribuían con sus mejores especialidades culinarias.
Todo marchaba según el plan previsto. Los números de la rifa del jamón estaban agotados; las mesas, rebosantes de comida; los altavoces, listos para llenar la noche de pasodobles, reservando 'Paquito el Chocolatero' como broche de oro. El vino comenzaba a correr alegremente, y unos y otros elogiaban la exquisitez de los platos de sus convecinos.
De repente, la nieta del alcalde pedáneo, recién llegada de sus años de estudio en la capital, y, coronada ese año como reina de las fiestas, interrumpió la música. «Aquí está la mejor paella sana», anunció como si hubiera traído un manjar celestial.
Cuando mostró su enorme 'paella', el silencio fue sepulcral. Y el desconcierto, general: arroz blanco, trozos de pollo desperdigados, apio y... rodajas de coco. «No le puse colorante porque es cancerígeno», añadió en tono académico. La tensión estalló cuando una vecina, resentida por el tongo del reinado que creía merecedor para su hija, le plantó una oronda tortilla de patatas con cebolla en la cabeza, plato incluido: «¡Si eso es una paella, yo soy Juanito Valderrama!», gritó. Acto seguido, la ofendida madre de la reina le estampaba en plena cara una fuente de pisto.
El vino, que ya había hecho su ronda por el cerebro de varios, desató resentimientos guardados. Algunos defendían a la reina y su paella 'sana'; otros, a la vengativa vecina de la tortilla con cebolla. Lo que había comenzado como una fiesta terminó en un cisco monumental, donde las rencillas por herencias y concursos amañados salieron a flote. La comida volaba más que se comía y, entre el caos, un pobre hombre gritaba: «¡El vino, el vino nooo!», intentando salvar las últimas botellas.
«Al menos no tuvimos que tragarnos el arroz con cosas», murmuró, aliviado, alguien coronado por un muslo de pollo y alguna rodaja de coco.
Ana María Tomás (Murcia, 1956) es filóloga, poeta, dramaturga, articulista y narradora. Es ganadora de numerosos premios nacionales e internacionales de poesía, prosa, epístolas y artículos periodísticos. Es Primer Premio Nacional de Periodismo Fundación Mastia. Tiene publicados cinco poemarios. Ha sido recogida en más de una decena de antologías poéticas. En prosa ha publicado los libros 'Historias y deseos' (2001) y 'Palabras para Eurídice' (2003). Y es autora del libreto 'El fantasma de la Tercia'. Junto con el profesor Mahmoud El Sayed´Ali, adaptó al español el Diccionario Al-Babtin de Poetas Árabes Contemporáneos. Desde 1996 mantiene una columna semanal en prensa regional de Murcia. Sus artículos han servido de guía de análisis de texto. En breve saldrá a la luz su novela 'Los hilos del miedo' .
Narración Raquel Peláez Ortiz
Diseño sonoro y mezcla Iñigo Martín Ciordia, Carlos G. Fernández y Luigi Gómez
Ilustración Manuel Romero
Coordinación José Ángel Esteban
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