Veneno en el plato

«¿Estás embarazada?». Ese día lo parecía, la distensión abdominal hizo que tuviera el vientre pronunciado. «No, soy celiaca». Quien me lo preguntó no sabía ... que estaba 'limpiando' poco a poco el gluten de mi cuerpo. Llevaba meses de vómitos, náuseas y dolores. No podía elegir. No es una opción; es una enfermedad, aunque hay gente que lo elimina de su dieta por moda. No es como ser vegetariano, vegano... es una lucha diaria por no intoxicarte y enfermar en un mundo que no suele estar preparado para lo diferente. En una cultura en la que el trigo está tan presente, no es fácil. Hay que aprender a decir 'no'. Salir a cenar, comer, socializar en la calle, lo que tanto nos gusta a los riojanos, necesita de un plan pormenorizado, aunque las opciones cada vez son más, por ejemplo, en nuestra Laurel y San Juan. Hay que aprender a leer cartas en restaurantes y ahora ¡hasta las hay! aunque a la vez hay quien te dice: «No puedo prepararte nada para celiaco por que 'no tengo tiempo' o 'porque no voy a cambiar el aceite en el que acabo de hacer unas croquetas (bien rebozaditas en trigo)'», a pesar de que luzca ese cartel de 'apto para celiacos' con sello incluido. Significa ver a quien te asegura que el pincho será sin gluten y te pone en el plato una cucharada de chaca sin pan. Existe el pan para celiaco, sí, y esperas que el resto de los alimentos no estén plagados de gluten. Veneno en plato frío cuando descubres que no puedes salir de un hotel en vacaciones porque no sabes cómo has enfermado. Te han envenenado. Además, a un precio mayor de quien te acompañaba en aquella mesa. Tú, en numerosas ocasiones, en salud, pagaste más.