Alguien dijo que la contradicción es la esencia de la creación o, dicho de otra manera, de los reveses que sufrimos en la vida y ... de las contrariedades y decepciones surge el caldo de cultivo del que se alimenta el progreso; pero no voy a referirme a estas contradicciones, sino a esas otras que no suelen parecernos bien, excepto cuando surgen de nosotros mismos. Un ejemplo de estas feas contradicciones, propias del ser humano es la doble vara de medir que solemos manejar todos, si bien unos de forma discreta, los más, y otros de manera descarada, los menos, pues no es de buen tono mostrar que medimos con estrechez a los demás y con holgura a nosotros mismos.
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La doble vara de medir se muestra en muchos aspectos de la vida, por ejemplo: aquello que les permitimos hacer a nuestros vástagos nos parece horrible si lo hacen los hijos de otros –unos amigos con hijos se llevaban tan bien con otros dos grupos familiares que se fueron de vacaciones a la playa, todos juntos en un piso grande; cuando regresaron, ninguno se hablaba con las otras dos familias–. Y es que la vara de medir se estira y se encoge según a quién estés midiendo.
Teniendo en cuenta todo lo anterior, podemos considerar un pecadillo venial, propio de la naturaleza humana, el manejar una doble vara, y, siendo consciente de ello, nunca le he dado demasiada importancia a la extendida costumbre de la doble medición, excepto cuando se hace con descaro, bien por inconsciencia o por convicción –en la viña del Padre hay de todo y no debemos llamarnos a engaño–; pero hay un doble rasero que llama mucho la atención y es el que se utiliza en la política. Es llamativo por lo frecuente, de hecho se utiliza constantemente, tanto entre los profesionales de la política como entre los aficionados, quizá porque, en el fondo, aspiran a ser profesionales. Además, utilizan la doble vara de medir sin ningún escrúpulo ni vergüenza: que se habla de subir impuestos, estará bien si lo hacen los suyos y mal si lo hacen los otros; que se trata de devolver inmigrantes en caliente, idem de lienzo, que se habla de... En realidad el doble rasero se utiliza en casi todos los temas porque antes, al menos, había temas de Estado en los que siempre estaban de acuerdo tirios y troyanos, pero ahora ya ni eso, como hemos comprobado en la pandemia, en política exterior, etc.
A mí no deja de sorprenderme la desenvoltura, por no decir desfachatez, con que se utiliza en política la doble vara, porque el blanco debe ser blanco lo diga el rey de Argos o su porquero. Un poco más de sensatez y menos sectarismo nos vendría bien a todos, porque da la sensación de que no son conscientes de lo ridículo y raro que resulta. Como el Festival de Eurovisión.
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