Al escribir este título, pensaba en que hay palabras, como 'libertad', que se acaban quedando un poco huecas de tanto usarlas. El título no hace ... referencia al libro 'Miedo a la libertad', de Erich Fromm, de culto en los años setenta, sino a la dicotomía seguridad-libertad tan frecuente en nuestras democracias.
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Llama la atención la facilidad con que los chinos están controlando los rebrotes de la pandemia, en contraste con las dificultades europeas. Unas cosas han hecho bien y deberíamos copiarlas: 12 millones de PCR en Wuhan, exámenes en los aeropuertos a todos los viajeros..., pero hay otras cosas que chocan con el concepto de libertad que tenemos en Europa.
Mientras volvía de un viaje obligado –ahora no se deberían hacer más viajes que los obligados–, he escuchado en la radio las desventuras de una española, que volvía a su trabajo en China. Tuvo que pasar 14 días confinada en un hotel, a su costa, como todos los viajeros del exterior, con la mala suerte de que, tras las dos semanas, dio anticuerpos del virus –ni siquiera dio positivo–; ahí comenzaron sus desventuras, ocasionadas por las administraciones locales, el colegio en el que trabajaba y por un curioso comité de vecinos de su urbanización, que se enteraron, no se sabe cómo, de que tenía anticuerpos, la denunciaron y acabó en España. Les ahorro detalles, pero esta historia me recordó otros tiempos, cuando fui detenido a punta de pistola, en mi primer año como profesor, mientras iba a mi instituto madrileño, y conducido al piso que compartía con un amigo, donde esperaba toda una brigada policial antiterrorista, con metralletas y máquina de escribir. Tras un minucioso registro, nos hicieron firmar unos papeles y se fueron. Ayudaron mucho unas sartas de chorizos riojanos y las palabras de mi amigo: «Este es el único material peligroso que tenemos». Nunca supimos de qué éramos sospechosos, pero en alguna ocasión, hasta bastantes años después, pidieron informes al Ayuntamiento de nuestro pueblo, metidos en el mismo paquete que un joven drogadicto y un viejo exhibicionista.
Cuento todo esto porque, a veces, se nos llena la boca pidiendo más seguridad, pero no caemos en la cuenta de que suele ser a costa de nuestra libertad. Esta dicotomía libertad-seguridad es el caballo de batalla de las democracias. Los extremos políticos suelen exigir seguridad que acaba siendo una falsa seguridad que recorta las libertades individuales y civiles. Yo prefiero a los partidos moderados que, a pesar de sus contradicciones, persiguen el difícil equilibrio entre libertad y seguridad, aunque no sean tan eficaces como los chinos. Lo cual no quita para que, en esto de la pandemia, les copiemos algunas cosas. Que falta nos hace.
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