La injusticia y el lobo (Veritas numquam perit)

Mis denuncias al Ministerio Fiscal, Defensor del Pueblo de La Rioja y Defensor del Pueblo de España han sido inútiles, como ha sido inútil mi petición en 2019 de realizar un juicio histórico para La Rioja y el Sistema Ibérico Septentrional (SIS), sobre lo que muchos llaman 'el lobo', que poco o nada tiene que ver con el lobo mismo y que yo llamo una página negra en la historia de esta comunidad autónoma.

Tras 35 años de 'aumento del lobo' resulta que mi estima de población en 2021 para La Rioja y áreas limítrofes ha sido de uno o dos grupos familiares, pudiendo haber un ligero incremento en la zona central pero con disminución en el sector oriental (hace relativamente pocos años su distribución llegaba al Moncayo). Moviéndonos siempre dentro de una densidad insuficiente para las necesidades ecológicas del área.

El número de manadas de que habla la Administración riojana es excesivo. Para poder hablar de tantas manadas habría que haber constatado reproducción en todos ellas, lo que es mucho decir. Dos lobos no son una manada ni desde el punto de vista biológico ni desde el léxico. Otra cosa son ejemplares sueltos y saber por qué existen. Siendo cuestión fundamental, también, el hecho de contar los lobos de Castilla y León para La Rioja, como suele hacerse, sobreestimándose el censo, por razones a esclarecer.

La comarca de las 7 Villas ha resultado particular, pues ha generado la práctica totalidad de los daños atribuidos al lobo y ha sumado la mayoría de los más de 100 lobos matados de que tengo conocimiento, en lo que ha parecido un bucle sin fin de atracción y muerte de ejemplares. Pero una cosa es que esto sea así y otra que haya demasiados lobos en el SIS, como pretenden imponer tantos. Recordemos que hay más ovejas en algunos rebaños que lobos en España entera, con su medio millón de kilómetros cuadrados.

Si desde esta comarca se dice a la presidenta de La Rioja que no quieren lobos, yo le solicito que dirija una cuestión prejudicial a la Unión Europea sobre la cuestión de los compromisos a priori de sostenibilidad ambiental de los fondos de la PAC; es decir, sobre el derecho de los antilobo a recibir dinero público, porque si no tienen derecho a ello deberían devolverlo en la cuantía que se estime adecuada. Si se hubiera gastado en investigación la mínima parte del dinero que ha recibido la ganadería esta poblemática ya podría estar muy clarificada, porque la mayoría de lo que se sabe del lobo en el SIS se debe a estudios que he pagado de mi propio bolsillo.

La prensa llena hasta la saciedad primeras páginas de periódicos con ovejas sangrantes, pero no plantea el porqué de daños exagerados en determinadas explotaciones, ni recuerda los conocimientos obligatorios en la ESO de la pirámide ecológica.

Como imagina usted, el culpable es el lobo. La deliberada confusión entre lobo y daños al ganado es un tema fundamental, y la ciudadanía merece saber la verdad y no una información sesgada.

El papel ecológico del lobo es insustituible y, por mucho que se niegue, su dieta en el Sistema Ibérico Septentrional está basada en cérvidos y jabalíes; animales que, junto con el perro, han causado unos 30.000 accidentes de tráfico en el área. Estima la ciencia que un 25% de ellos, muy probablemente, podría achacarse a la escasez de lobos. Sí, lo ha leído bien, un 25%, pues por mucho que nadie quiera saber del tema la cruda realidad es así.

Si los ganaderos se quejan de no ser atendidos a pesar de haber percibido grandes sumas de dinero público y recibir numerosas visitas del consejero, imagínense qué debo decir yo que solo he recibido ninguneo y trato inhumano. Víctima, como muchos de ustedes, de una situación de injusticia que no merecemos y que no puede permanecer por más tiempo sin solventarse. Este el momento de esclarecer quién es el auténtico 'lobo' por el bien de todos.