Fiestas tardías

Y mi teoría se confirmó cuando mis zapatillas Converse de postureo tocaron por primera vez esas baldosas de la calle Vara de Rey rumbo a mi curro nuevo. Que siempre creí que aquí todo era uva. Todo. Hasta el color del pañuelo que os ponéis estos días. Luego alguien me contó las polémicas entre el azul, el morado, el rojo... Y ya como que me lié. Porque bastante tengo con identificar en vuestro lenguaje la diferencia entre rosado y clarete sobre el vino que mejor hacemos los navarros, como para intentar discernir en matices pantonianos sobre el trozo de tela que os ponéis en el cuello. Ahora, yo como buen seguidor de tendencias os imito siempre. No vaya a ser que me pierda una fiesta. Por ahí no paso. Azul. Pues azul. Color vino, pues vino. Eso sí... rojo solo en Pamplona. Por ahí no paso.

Y resulta que estamos aquí, a un día de acabar unos sanmat... perdón... unas 'fiestas de la vendimia riojana'. Y me pongo nostálgico. Supongo que daréis por hecho que en una mente foral nada se puede comparar a la maravillosa juerga de julio en Pamplona. Unas fiestas tempranas y de nueve días sin pensar en cómo cae el fin de semana para organizarlas. Nueve días con la cartera llena de dinero.

No esperamos a septiembre. Que entre el cole, los coleccionables y lo que hemos invertido en Salou, nuestra cartera no da para mucho. Por eso quizá aquí las fiestas son menos días. Todo tiene una explicación. Al menos en mi mente bipolar.

No voy a perder el tiempo en explicaros que allí se disfruta mucho, se bebe mucho y homenajeamos al vino sin pisarlo: Lo tiramos en las camisetas. Somos muy cívicos. Como vosotros. Nos gusta igual la juerga. No somos tan diferentes. Tanto es así que cuando acabéis vosotros os tomamos la revancha una vez más. Porque empieza San Fermín Txikito. La juerga tardía de Septiembre. Veníos. Estáis invitados.